Por Leonardo David Jiménez Molinello. Investigador de Cedetrabajo capítulo
Cartagena, miembro de RECALCA, Bolívar.
Cartagena, Colombia, 27 de octubre del 2012.- Múltiples expresiones de inconformidad se han
esgrimido por parte de distintos sectores no sólo académicos, sindicales o
sociales, sino también y con una claridad poco frecuente en sectores del
empresariado nacional que han indicado con toda precisión y justeza, su
determinación de rechazar el TLC que el gobierno nacional viene negociando con
Corea del Sur, debido a los impactos negativos que este generaría en este
renglón fundamental de la economía colombiana.
EL TLC CON COREA DE SUR: OTRO ENGAÑO MÁS PARA EL SECTOR AGROPECUARIO
COLOMBIANO Y BOLIVARENSE.
Leonardo David Jiménez
Molinello. Investigador de Cedetrabajo capítulo Cartagena, miembro de RECALCA,
Bolívar.
Múltiples expresiones de
inconformidad se han esgrimido por parte de distintos sectores no sólo
académicos, sindicales o sociales, sino también y con una claridad poco
frecuente en sectores del empresariado nacional que han indicado con toda
precisión y justeza, su determinación de rechazar el TLC que el gobierno
nacional viene negociando con Corea del Sur, debido a los impactos negativos
que este generaría en este renglón fundamental de la economía colombiana.
Sin embargo, frente a
estos hechos que demuestran el desacuerdo con este TLC por parte de importantes
sectores del ámbito productivo y social en el país, esta administración viene
impulsado una campaña por difundir masivamente sus “argumentos” sobre las
supuestas bondades que justifican este acuerdo, considerándolo como
“imprescindible” para el desarrollo y el progreso del país, enfatizando en que,
luego de dos años y medio, se viene logrando culminar un proceso de negociación
de este acuerdo con resultados altamente favorables para los intereses del
sector agropecuario colombiano.
No obstante, a pesar de
todas estas afirmaciones carentes de evidencia teórica y fáctica que lo
respalden, el propósito de este artículo se encuadra en refutar a luz de la
realidad estas aseveraciones que indican, por ejemplo, que con la entrada en
vigencia de este “convenio internacional” se presentarán oportunidades
inigualables para la nación, que las circunstancias son únicas y por ello este
acuerdo representa un horizonte en la transformación productiva en el país: en
definitiva, que es la hora de que el sector agropecuario se beneficie de esta
“ejemplar” negociación. Estos argumentos tan falazmente planteados por la
cúpula gobernante, no son más que cantos de sirena, además de que los tan
repetidos saldos positivos no serán redituados para la agricultura Nacional, ni
mucho menos para la agricultura departamental.
Por consiguiente, en aras
de sustentar esta premisa que estamos exponiendo, estructuraremos el presente
documento en tres partes fundamentales, en primer lugar analizaremos el sector
agropecuario de Corea del Sur, determinando que es lo que consume y a quiénes
se los compra y si hay posibilidades en ese sentido del ingreso a ese mercado
de nuestros productos agrícolas.
En segundo lugar,
realizaremos un examen de las condiciones de productividad nacional y
departamental de esos bienes agropecuarios que demanda Corea del Sur y si
podemos superar las rígidas barreras sanitarias y fitosanitarias de esta
nación.
Por último con base en
estas realidades económicas y productivas, sustentaremos la posición que hemos
expuesto a lo largo de este documento investigativo.
AGRICULTURA COREA DEL SUR
Y SUS PRINCIPALES SURTIDORES SON LAS GRANDES POTENCIAS AGRÍCOLAS DEL MUNDO
Es indiscutible que la
economía de Corea del Sur ha experimentado un profundo proceso de
transformación desde 1975 hasta 1999. En ese período, la agricultura pasó de
ocupar el 45,7% de la población activa al 11,6% y actualmente representa sólo
el 3.0% del PIB. Del mismo modo, el avance de este proceso de transformación
implicó un remplazo fundamental de la producción de este país, focalizándola en
su sector industrial, lo cual significo un periodo de avance y ampliación,
impulsado principalmente por la industria siderúrgica, automovilística,
textilera, de electrodomésticos, químico–electrónico. De igual manera, por su
industria naval, vale recordar que Corea del sur es la segunda potencia del
mundo en este ramo. (Banco Mundial, 2011) Estos énfasis en el avance
tecnológico, científico y manufacturero integrado con la reducción de la
contribución del sector agropecuario en el Producto Interno Bruto de esta
nación, generaron que se convirtiera en una compradora neta de bienes de los
ámbitos agropecuarios y alimenticios. No obstante, las posibilidades de
ingresar en este mercado por parte de los productos agropecuarios colombianos
no son posibles, debido a que los surtidores de estos son nada más y nada menos
que las principales potencias agrícolas del mundo. En ese sentido, al realizar
una valoración sobre el comportamiento de las importaciones agropecuarias
surcoreanas, encontramos que en un renglón clave como los cereales, cuyo coste
total en 2011 fue de más U$ 2.957.080.449, de las cuales más de US$ 2.450.789.391
fueron ventas realizadas por Estados unidos
De igual manera, otro de
los grandes surtidores en materia de cereales es la República Democrática de
China, que viene adelantado un proceso acelerado de competencia por este
mercado con los Estados unidos. Por ello, hoy en día las compras de estos bienes
agrarios al gigante asiático reportadas en 2011, alcanzaron la cifra de más de
203 mil millones de dólares; es decir, entre Estados Unidos y China tienen
prácticamente copada la demanda de cereales que tiene Corea del Sur (ver
Grafico 2)
Frente a esta panorama
descrito, surge un cuestión elemental que formularse, ¿si será factible que el
sector agropecuario colombiano y bolivarense puedan superar en el marco de la
productividad sectorial a estos dos Estados que se han convertido en las
potencias agrícolas más grandes del mundo?, no resulta un engaño por demás,
pesar en pretender derrotar a Estados Unidos y China, cuando no los hemos
logrado vencer en nuestro mercado interno.
De otra parte, otro de
los argumentos que se expone para justificar este acuerdo estriba en las
supuestas oportunidades que tendrá el sector pecuario nacional y regional de
acceder a ese mercado, que a su vez posibilitaría la irrupción de nuestros
productos, principalmente los bienes cárnicos, a la región del Asia-Pacífico,
que cuenta con 48% de la población mundial, el 22% del PIB mundial y provee
aproximadamente el 61% de las reservas internacionales del mundo (Reina,
Salamanca y Forero, 2009).
De igual manera,
enfatizan en el subterfugio de afirmar que las ventajas comerciales son ilimitadas,
debido a que en este renglón específico este país ha venido incrementado el
consumo general y per cápita de carne.
En efecto, al examinar el
comportamiento de esta variable, identificamos como entre 2008 y 2009 el
consumo de carne aumentó en un 0.4%, llegando en el 2008 a las 507.300
toneladas y a las 559.100 toneladas en 2009. Asimismo, el consumo per cápita
para en este mismo año, se ubico en alrededor de 7.35 Kg (OECD-FAO, 2011)
Sin embargo, hay que
resaltar que acorde con un estudio elaborado por la universidad Sergio Arboleda
denominado Consideraciones para la negociación en los sectores cárnicos y
lácteos con Corea del Sur (2010) se indica que los principales proveedores de
carne bovina de Corea, son Australia, Estados Unidos y Nueva Zelanda, que
enviaron a este país 130.361, 59.486 y 32.734 toneladas respectivamente en el
2009. Australia se ha consolidado como el principal proveedor del exterior en
el mercado coreano con una participación superior al 50%, es decir, que
traducido al buen cristiano, las posibilidades son prácticamente nulas de
exportar un grano de carne a ese país (ver Grafico 3)
Estos interrogantes
planteados no se pueden solventar acudiendo a destilar afirmaciones abstractas,
ni argumentos cuyo basamento no sea el análisis objetivo y racional del entorno
productivo nacional y departamental, el cual en la actualidad carece de los
respaldos oficiales necesarios en aristas tan determinantes como lo son: la
asistencia técnica y científica, los créditos oportunos, las medidas arancelarias,
entre otras acciones de políticas públicas que permitan dinamizar y modernizar
a este sector para así poder asumir de manera idónea y equitativa la
competencia internacional
Por consiguiente,
analizaremos en que situación se encuentra el sector agropecuario nacional y
departamental para asumir este reto mayúsculo que se le ha impuesto de
contender en contra de las principales potencias agrícolas y pecuarias del
mundo en aras de “supuestamente” acceder a este mercado
CONDICIONES DE PRODUCCIÓN
NACIONAL Y DEPARTAMENTAL DEL SECTOR AGROPECUARIO
Las políticas
agropecuarias que se han implementado durante más de dos décadas en el país y
que igualmente se han reproducido a nivel departamental, se han caracterizado
por no impulsar la modernización de este sector, por vía de elevar los niveles
de productividad que requiere este renglón estratégico y determínate de la
economía del país
En efecto, según la
última Encuesta Nacional Agropecuaria, el área total del uso del suelo en 2011,
correspondió a más de 37.603.381 hectáreas, donde el uso pecuario ocupó
29.148.092 hectáreas, esto es mas del 77,5 % de la superficie agropecuaria
total, predominando sobre el uso agrícola que alcanzó mas de 2.915.425
hectáreas, que sólo representa en la actualidad el 7,8 %, el área restante
correspondió a usos en bosques y otros usos que fueron de 4.600.000 hectáreas
(ENA, 2011)
En ese sentido, los
énfasis de las políticas agrarias desarrolladas en el país, tienen como hilo
conductor que las particulariza en primera instancia, una utilización
ineficiente del suelo en actividades como la ganadería, la cual es
predominantemente intensiva en tierra y no en capital; modelo que a su vez es
el responsable de los bajos niveles de productividad que tiene este sector.
(Ver, Grafico)
Distribución porcentual
del uso del suelo. 2011
Fuente: ENA-DANE, 2011
Asimismo, este aspecto no
es de poca monta en el análisis que debemos realizar, debido a que uno de los
principales argumentos que se exhibe para justificar este acuerdo como
impostergable, son las supuestas ventajas competitivas, de las cuales gozaría
este sector.
Sin embargo, frente a
estas consideraciones al examinar las principales variables en materia de
competitividad, en uno de los bienes pecuarios que mas demanda Corea del Sur:
la carne porcina, un Paper elaborado por Ronderos y Cárdenas (2011), señala con
base en las estadísticas suministradas por la Asociación Nacional de
Porcicultores, que la producción en 2010 en el país, fue de más de 280 mil
toneladas, mientras que en Estados Unidos su producción fue de más de 10
millones 187 mil toneladas,siendo el segundo productor de carne de cerdo a
nivel mundial, además de ser el segundo mayor exportador después de Alemania,
con más de 2 millones 136 mil toneladas exportadas en el año 2009 (ver gráfico).
Producción toneladas de
Carne porcina en Colombia, 2011
Fuente: Ronderos y
Cárdenas, 2011
Por consiguiente, podemos
dilucidar a la luz de los referentes estadísticos, que la producción doméstica
de carne de cerdo en Colombia no está enfocada a la exportación y se dirige
principalmente a suplir la demanda interna. En ese sentido, Colombia no ha
realizado exportaciones de carne de cerdo en los últimos años, por el
contrario, importó en 2010 mas de 8.082 toneladas de carne de cerdo congelada
por valor de USD 18.032.155.(Asociación Colombiana de Porcicultores-Fondo
Nacional de la Porcicultura, 2011) provenientes, principalmente de Estados
unidos (ver grafico)
En ese orden de ideas,
cómo se puede plantear que por el simple hecho de contar con un contingente libre
de importación de 9.900 toneladas vamos a conquistar ese mercado, cuando no
tenemos los volúmenes suficientes de producción para lograrlo, del mismo modo,
cuando nuestra oferta exportable es tan insuficiente , que ni siquiera hemos
podido derrotar a Estados Unidos en nuestro mercado interno, y lo cierto es que
ya estamos importando del Coloso del Norte más de 3.586 de toneladas de carne
de cerdo (ver Grafico)
De igual manera, las
posibilidades de manera particular para el sector agropecuario regional son
absolutamente nulas, debido a que del inventario bovino total del país que
asciende a más de 1.634.640 animales, la participación de Bolívar es
infinitamente marginal.
Igualmente, del volumen
total de producción de carne de cerdo, Bolívar sólo contribuye con una exigua
cantidad de 118 toneladas, por ende, las posibilidades de beneficiarse en el
marco de este tratado de Carácter bilateral en este rubro específico son
absolutamente ilusorias.
De otra parte, al
examinar también la situación del sector agrícola nacional y departamental por
la fuerza de los hechos, vemos como sus debilidades estructúrales no sólo se
presentan en el sector pecuario, sino que además con una extensión inusitada,
también se despliegan en la agricultura del país.
En efecto, al desarrollar
un diagnostico integral sobre este aspecto, podemos subrayar la existencia de
una subutilización del suelo en las actividades dirigidas a la producción
agrícolas. En consecuencia, advertimos que sólo el 7,8 % del área global está
direccionada a esta labor productiva.
De la misma forma, del
universo total de la franja sembrada de estos cultivos, son los cultivos
permanentes y los frutales tropicales los que comprenden la mayor área
sembrada, en detrimento de cultivos esenciales como los cereales.
Entre ellos, uno de los
más consumidos por nuestro supuesto “socio comercial” es el maíz. Por ello, al
examinar la evolución actual de la productividad del maíz en Colombia,
encontramos, tal como lo ratifica un informe del Ministerio de Agricultura y
Desarrollo Rural revelado en el marco de AGROEXPO (2011), de las cuatro
millones 107 mil toneladas que consumen los colombianos, el 85 por ciento se
deben traer del exterior, esto es, más de 3 millones de toneladas, ¿y en esa
condiciones nos vamos a disputar el mercado de este cereal con el mayor
productor del mundo de este bien agrario, Estados Unidos?, país que produce más
de 285 millones de toneladas, con una tasa de crecimiento del 34,4 % anual,
equivalentes estos volúmenes de producción al 40 % del total mundial: además
,¿si tendrá posibilidades en ese sentido, un departamento como el de Bolívar,
en donde su área sembrada de maíz tecnificado se disminuyó de 7.000 mil
hectáreas en 2001 a 3.000 mil hectáreas en 2010, con una producción que se
contrajo en este mismo periodo de 25 mil toneladas a 8.000 mil toneladas?
En definitiva, las
supuestas ventajas comerciales para el sector agropecuario nacional y regional
no son ciertas en el contexto de este acuerdo de libre comercio con Corea del
Sur ,debido a que las tan anunciadas oportunidades de competir con los
principales surtidores de este país no son posibles, y lo que en sí es
concluyente es que a través de este TLC se le asestará un golpe mortal a la
industria de los electrodomésticos y autopartes que, como se comprobó en el
desarrollo de este articulo no será compensada con las supuestas exportaciones
agropecuarias a ese país: ¡OTRO ENGAÑO MAS PARA EL CAMPO COLOMBIANO!.
Fuente: RECALCA