Bruselas, Bélgica, 19 de octubre del 2012.- El suspense por el momento en que España decidirá
pedir un rescate a Europa, después de que todo el mundo lo dé por sentado, y la
eventual flexibilización de las políticas de austeridad planeaban sobre la
cumbre de mandatarios europeos en Bruselas.
Aunque el asunto no
estaba en la agenda oficial de esta cumbre de dos días, desde el presidente de
la Comisión Europea, José Manuel Barroso, hasta François Hollande, el
presidente francés, hablaron del rescate de España.
Barroso lanzó la pelota
al tejado español. "Si España se decide, tenemos todos los mecanismos a su
disposición", dijo. Sin embargo, el presidente del Gobierno español,
Mariano Rajoy, aseguró a la prensa que "hasta que yo no lo comunique no
habrá ninguna noticia y de momento no hay nada de nada".
"Nadie me ha hablado
de esto, no iba en el orden del día y no me consta que nadie haya hablado sobre
este asunto", dijo antes de decirle a los periodistas que "no se
crean lo que vean escrito por ahí".
La solicitud oficial de
ayuda abriría la puerta a la compra de deuda española por el BCE en el mercado
secundario, reduciendo con ello los altos intereses que paga para
refinanciarse.
Pero Rajoy, que ha
anunciado recortes de 150.000 millones de euros entre 2012 y 2014, teme que
este pedido vaya acompañado de una nueva vuelta de tuerca en la austeridad, en
medio de un desempleo del 25% y un descontento social creciente.
Oficialmente, el objetivo
de esta cumbre es colocar nuevos contrafuertes para hacer el edificio europeo
más sólido y avanzar en la integración de la Eurozona.
El más importante es el
acuerdo alcanzado para que el Mecanismo Único de Supervisión financiera, que
estará bajo la égida del Banco Central Europeo, empiece a controlar las cuentas
de 6.000 bancos de la zona euro a partir de 2014, un año después de lo que
pedía España y esperaba la Comisión.
La complejidad de un
mecanismo así, que necesitará contratar a unos 1.600 especialistas financieros
para llevar a cabo esta ingente tarea, según fuentes europeas, necesita tiempo
para ponerlo en pie.
El presidente del BCE,
Mario Draghi, ya anunció la semana pasada que aunque esté listo antes, la
supervisión de la institución que preside no será efectiva antes de 2014.
Este retraso supone un
jarro de agua fría para España, que confiaba en que la UE cumpliera esta
condición para que las ayudas a los bancos no contabilizaran como deuda
pública.
Sin embargo, fuentes
españolas lo minimizaron y aseguraron que "ya lo tenían asumido".
Europa ha abierto una
línea de crédito de hasta 100.000 millones de euros para ayudar a los bancos
españoles en dificultades, aunque España espera utilizar solo unos 40.000
millones, que se sumarán al eventual nuevo rescate que todos los analistas dan
por hecho.
A España, pero también a
Grecia y a los otros países bajo ayuda financiera como Irlanda y Portugal, les
interesa también que estos días se hable de flexibilizar los plazos impuestos y
las condiciones para reducir sus déficits fiscales.
Esta política de
austeridad, propugnada por Alemania, ha llevado a estos países en recesión
económica a récords de desempleo, especialmente entre los jóvenes, y al
desmantelamiento del estado de bienestar social, lo que ha puesto en pie de
guerra a sus poblaciones.
Lideradas por el Fondo
Monetario Internacional (FMI), cada vez son más las voces que piden más tiempo
para reducir sus déficits, en particular en el caso de Grecia, que espera este
año una nueva caída del PIB del 6%, con la cuarta parte de la población activa
en el paro al igual que España.
"Ha llegado la hora
de ofrecer algo más que austeridad" a los países en dificultades, recordó
Hollande a su llegada a la cumbre.
Esta es la primera vez
desde mayo de 2010 que los mandatarios de los 27 países miembros de la Unión
Europa llegan a Bruselas sin las urgencias que imponía el agravamiento de la
crisis de la deuda que entonces detonó Grecia y que se propagó a Irlanda, Portugal,
España o Italia, socavando el crecimiento de la región en su conjunto.
Fuente: AFP