François Hollande | Presidente de Francia »
“La gran
amenaza para Europa es que la veamos como ventanilla o reformatorio”
En una entrevista concedida en el Elíseo, François Hollande reflexiona
sobre el futuro de Europa
El mandatario sostiene que no se puede "imponer la cadena perpetua a
los países que han tomado decisiones difíciles” y aboga por una UE de varias
velocidades
Berna González Harbour
París, Francia, 17 de octubre del 2012.- Los jardines del Elíseo, los suelos encerados y los grandes espejos que
multiplican desde todos los ángulos el movimiento acompasado y tranquilo de los
exclusivos servicios de protocolo e intendencia uniformada de la Presidencia no
han cambiado prácticamente desde 1848, cuando este palacio requisado a la
aristocracia se convirtió en sede y símbolo de la República. Lo que sí ha
cambiado en solo meses —minutos para la historia— es la atmósfera que
indefectiblemente se cuela con cada jefe a pesar de los rigores del lugar. Si
hasta hace poco era Sarkozy quien recibía a sus visitas con su hiperactividad,
sus gafas de sol y una teatralidad gestual que todo lo llenaba, hoy es François
Hollande, de 58 años, quien ha incorporado ese toque de seriedad y quietud que
le acompaña.
Y sin embargo, no es
quietud precisamente lo que quiere.
Frente a una Alemania que
frena los planes de la unión bancaria acordados en junio, claves para España,
promete dar la batalla para acelerarlo. Frente a unos países del sur de Europa
ahogados por la austeridad, insiste en mantener la bandera desplegada del
crecimiento. La batalla que este jueves y viernes librarán los socios europeos
promete renovar el viejo enfrentamiento que está lastrando las soluciones a la
crisis: aceleración o freno; solidaridad o rigor extremo.
Otras cosas, sin embargo,
no han cambiado: la unión política, dice Hollande mientras recibe a seis
periódicos europeos para esta entrevista, mejor después; de un tratado
constitucional, mejor nos olvidamos; y ya puestos, adelante con la Europa a
varias velocidades.
La primera vez que esta
periodista entrevistó a Hollande, en 2004, Zapatero acababa de ganar en España
y él visitaba Madrid en busca de inspiración para unos socialistas franceses
maltrechos. Lo recuerda bien: “Era un gran tiempo de esperanza en España”.
El papel de Francia debe consistir en decir
sin descanso a nuestros socios que la austeridad no es una fatalidad
Y eso, al igual que la
atmósfera del Elíseo, también ha cambiado. Hoy, en el mejor de los casos, la
esperanza de cambio está en Francia.
Pregunta. La Unión
Europea (UE) ha sido galardonada con el premio Nobel de la Paz en vísperas de
un nuevo consejo europeo, en el que usted participa, que va a intentar, una vez
más, salvar el euro. Este premio les da a todos una responsabilidad añadida.
¿Cómo van a salvar el euro y Europa?
Respuesta. La concesión
del premio Nobel a la UE ha sido a la vez un homenaje y un llamamiento. El
homenaje es para los padres fundadores de Europa, por haber sido capaces de construir
la paz después de una carnicería. Y el llamamiento es para los gobernantes de
la Europa de hoy, para que sean conscientes de que es obligatorio reaccionar.
Sobre la salida de la crisis de la eurozona, creo que estamos listos porque
tomamos las decisiones acertadas en la cumbre del 28 y el 29 de junio y vamos a
aplicarlas con la mayor rapidez posible. Para empezar, arreglando de forma
definitiva la situación de Grecia, que tantos esfuerzos ha hecho y a la que hay
que garantizar que va a permanecer en la eurozona. Después, respondiendo a las
demandas de los países que han hecho las reformas exigidas y deben disponer de
financiación a un precio razonable. Por último, poniendo en marcha la unión
bancaria. Quiero que todo esto se arregle de aquí a fin de año. Entonces
podremos abordar el cambio de nuestros modos de tomar decisiones y la
profundización de nuestra unión. Esa será nuestra gran tarea para el comienzo
de 2013.
Lo que nos amenaza no es la nación, es el
nacionalismo. No es Europa, es la falta de Europa
P. Esos países que han
hecho esfuerzos, en efecto, con grandes sacrificios para su población, no ven
mejoras. ¿Cuánto tiempo cree usted que van a poder resistir sin un cambio de
estrategia que permita relanzar el crecimiento?
R. Desde mi elección, he
hecho todo lo posible para que Europa adopte como prioridad el crecimiento sin
poner en tela de juicio la seriedad presupuestaria, que es algo indispensable
debido a la crisis de las deudas soberanas. Porque estoy convencido de que, si
no damos un nuevo aliento a la economía europea, las medidas de disciplina, por
muy deseables que sean, no podrán traducirse en nada. La vuelta al crecimiento
significa movilizar financiación a escala europea, y ese es el pacto que
aprobamos en junio, pero también mejorar nuestra competitividad y coordinar
nuestras políticas económicas. Los países que están en superávit deben relanzar
su demanda interior mediante un aumento de sueldos y una bajada de retenciones,
es la mejor forma de expresar su solidaridad. No es posible, por el bien de
todos, imponer una cadena perpetua a unas naciones que ya han hecho sacrificios
considerables si sus poblaciones no ven, en algún momento, los resultados de
sus esfuerzos. ¡Hoy es tan importante la amenaza de la recesión como la de los déficits!
P. ¿Cómo piensa superar
la división que subsiste entre los partidarios de la austeridad y los del
crecimiento?
La unión política es la etapa que seguirá a
la unión presupuestaria y bancaria
R. Francia tiene la
responsabilidad, por ser uno de los grandes países de la UE, de lograr ese
compromiso entre el desendeudamiento y el crecimiento, para transformar la
perspectiva. Creo que hay dos instrumentos imprescindibles. El primero es la
confianza. Cuanto antes salgamos de la crisis de la eurozona, es decir, antes
podamos arreglar la situación griega y antes consigamos financiar a tipos de
interés razonables las deudas de los países bien gestionados, antes regresarán
los inversores a la eurozona. Disponemos de todos los medios para actuar: el
Mecanismo Europeo de Estabilidad, reglas de intervención del Banco Central
Europeo. Utilicémoslos. El segundo instrumento consiste en dar coherencia a la
política económica europea. Hemos definido un pacto de crecimiento, y ahora
debe ponerse en práctica. Algunos dirán que 120.000 millones de euros es
demasiado poco. Pero lo que cuenta es que se gasten deprisa y bien. El
presupuesto europeo es un factor de estímulo de la economía, sobre todo a
través de los fondos estructurales. Ahora bien, yo propongo que vayamos más
lejos, que movilicemos recursos suplementarios. La tasa sobre las transacciones
financieras va a ser objeto de una cooperación reforzada. Once países la han
aprobado. Me gustaría que el producto de esta tasa se destine en parte a
proyectos de inversión y en parte a un fondo de formación para los jóvenes. El
papel de Francia debe consistir en decir sin descanso a nuestros socios que la
austeridad no es una fatalidad.
P. Dice usted que estamos
cerca de la salida de esta crisis. Para remotivar a los ciudadanos de Europa,
para “devolverle la magia”, ¿Qué idea de Europa apoya usted? ¿Una Europa
federal? ¿Una Europa de naciones?
Acabemos con esas cumbres 'a la
desesperada', esas cumbres 'históricas', esas citas excepcionales
R. El debate no es el
mismo que a comienzos de los años sesenta: la Europa de las patrias, la
federación... Entonces había seis países, después ocho, después 12, hoy somos
27 y pronto seremos 28 con Croacia. Europa, al cambiar de dimensión, ha
cambiado de modelo. Mi postura es la de una Europa que avance a varias
velocidades, con diferentes círculos. Podemos llamarlos la vanguardia, los
Estados precursores, el núcleo duro, no importa, lo que cuenta es la idea.
Tenemos una eurozona con un patrimonio que se denomina moneda única y que requiere
una nueva forma de gobernar. Esta eurozona debe asumir una dimensión política.
Estoy a favor de que el eurogrupo, que reúne a los ministros de Finanzas,
refuerce sus poderes, que el presidente del eurogrupo tenga un mandato
reconocido, claro y suficientemente largo. También soy partidario, y así se lo
he dicho a mis colegas de la eurozona, de una reunión mensual de los jefes de
Estado y de Gobierno de estos países. Acabemos con esas cumbres “a la
desesperada”, esas cumbres “históricas”, esas citas excepcionales. Y que en el
pasado no han logrado más que éxitos efímeros. Los mercados actúan todos los
días, las decisiones de las empresas son instantáneas. Europa no puede seguir
yendo con retraso. El Consejo de la zona euro permitirá coordinar mejor la política
económica y tomar, país por país, las decisiones apropiadas. Y eso no excluye a
los demás países. Los que quieran incorporarse a la eurozona estarán vinculados
a nuestros debates. Pero algunos países no lo desean: están en su derecho.
Ahora bien, ¿por qué van a venir entonces a decir cómo hay que dirigir la
eurozona? Es una pretensión que no me parece que responda a nuestro deber de
ser coherentes. Además de todo eso, está esa Europa de los 27, pronto 28 y en
el futuro más. Es un espacio político de solidaridad, un gran mercado, una
voluntad de convergencia económica, social, cultural. Me gustaría darle una
nueva dimensión para la juventud, la universidad, la investigación, la energía.
Pero esta Unión amplia no puede impedir cooperaciones reforzadas, las que
quieran entablar unos Estados determinados entre sí, con desembolsos de
recursos aparte del presupuesto europeo. Es el caso de la tasa sobre las
transacciones financieras
Ya nadie piensa que el euro vaya a
desaparecer ni que la eurozona vaya a estallar en pedazos. Pero la perspectiva
de que va a conservar su integridad no es suficiente
P. Algunos hablan de
crear un embrión de parlamento de la eurozona que esté aparte. ¿No corre la UE
el riesgo de quedar reducidos a los países del euro, una Europa de dos
velocidades?
R. Ya hay una Europa de
varias velocidades. Pero el Parlamento Europeo tiene la vocación de representar
a toda Europa y, si la eurozona se estructura aún más, es perfectamente capaz
de definir procedimientos democráticos reforzados dedicados a los países
miembros de la eurozona dentro del Parlamento Europeo.
P. Para una Europa más
integrada con la unión política, quizá incluso una política de defensa, ¿no es
necesario un nuevo tratado constitucional que se someta a referéndum?
R. Creo recordar que en
2005 intentamos esta solución y que no dio los resultados esperados... Porque,
antes de lanzarse a una mecánica institucional, los europeos deben saber qué es
lo que quieren hacer juntos. El contenido debe importar más que el marco. Se invoca
con frecuencia el obstáculo institucional para no tomar decisiones. No se me
escapa que quienes más hablan de unión política han sido a veces los más
reacios a tomar las decisiones urgentes que la harían ineludible.
P. ¿Los alemanes?
R. No. Han hecho en
varias ocasiones propuestas sinceras sobre la unión política que no han
encontrado acogida. Hoy estamos de acuerdo. Francia defiende la “integración
solidaria”: cada vez que demos un paso hacia la solidaridad, la unión, es
decir, el respeto a las reglas comunes en torno a una gobernanza, debe avanzar.
La unión bancaria, que nos conducirá a tener una supervisión cuyo órgano será
el banco central, y que permitirá una resolución de las crisis e incluso una
recapitalización de los bancos, es una competencia muy importante. Esta
solidaridad no puede producirse sin controles democráticos, y la unión
bancaria, que pretende controlar los aspectos financieros, será una etapa
fundamental de la integración europea.
P. ¿Qué capacidad real
tiene Francia de convencer a Alemania y los países más reacios para que se siga
ese camino?
R. Tomamos decisiones
conjuntas en el Consejo Europeo de junio. Y hubo unas indudables consecuencias
positivas: la calma volvió a los mercados. El BCE contribuyó aclarando sus
modalidades de intervención. Es decir, por lo que a mí respecta, todo el
Consejo europeo del 28 de junio, nada más que el Consejo europeo del 28 de
junio, pero aplicado con la mayor rapidez posible. El objetivo es regularizar
todo de aquí a fin de año. Ya nadie piensa que el euro vaya a desaparecer ni
que la eurozona vaya a estallar en pedazos. Pero la perspectiva de que va a
conservar su integridad no es suficiente. Ahora debemos salir de la crisis
económica.
No se puede admitir que en un mismo espacio
monetario haya países que se financien al 1% a 10 años y otros al 7%
P. ¿Entonces, la unión
política no es para ahora?
R. La unión política será
después, es la etapa que seguirá a la unión presupuestaria, la unión bancaria,
la unión social. Dará un marco democrático a lo que hayamos conseguido en
materia de integración solidaria.
P. ¿Para cuándo prevé
usted esta unión política?
R. Después de las
elecciones europeas de 2014. El futuro de la Unión será el gran reto de esa
consulta. Es la condición para movilizar a los ciudadanos y elevar los índices
de participación en torno a un auténtico debate, el del futuro de Europa. Los
partidos europeos tendrán que presentar sus propuestas, en contenido, marco
institucional y personalidades, de tal manera que les permita llegar, en especial
a la presidencia de la Comisión Europea.
P. Se oyen muchas voces
contra el objetivo de reducir el déficit al 3% del PIB. Claude Bartolone
[presidente de la Asamblea Nacional francesa] ha llegado a calificarlo de
“absurdo”. ¿Es posible llegar a un acuerdo europeo para aplazarlo un año?
R. No todos los países
están en la misma situación. Y dependerá mucho de nuestras decisiones en
materia de disciplina presupuestaria y crecimiento. Esta discusión se
desarrollará en 2013. Pero, por lo que respecta a Francia, he fijado el
objetivo de reducción del déficit en un 3% para 2013 y de restablecimiento del
equilibrio de las cuentas públicas en 2017. Por una razón sencilla: de 2007 a
2012, la deuda pública en Francia pasó del 62% del PIB al 90%. Prolongar esa tendencia
no sería sostenible. Además, el objetivo, a escala Europea, es armonizar los
tipos de interés en la eurozona. La política monetaria y la política
presupuestaria deben coordinarse. No se puede admitir que en un mismo espacio
monetario haya países que se financien al 1% a 10 años y otros al 7%.
P. Su elección creó
enormes expectativas. ¿Qué le diría a un griego en paro, que no tiene dinero
para ir al médico?
R. Que voy a hacer todo
lo posible para que Grecia permanezca en la eurozona y tenga los recursos
indispensables de aquí a fin de año sin que sea necesario imponer nuevas
condiciones aparte de las que ya ha ha aceptado el Gobierno de Samaras. Pero
también me dirijo a españoles y portugueses, que están pagando caros los
desaguisados cometidos por otros: ha llegado la hora de ofrecer una perspectiva
que no sea solo la de la austeridad. España debe poder conocer las condiciones
concretas para acceder a las financiaciones previstas por el Consejo Europeo
del 28 de junio. No tiene sentido seguir añadiendo lastre. Francia es el nexo
de unión entre la Europa del norte y la Europa del sur. Rechazo la división de
Europa. Si Europa se reunificó no fue para caer a continuación en el egoísmo,
el sálvese quien pueda. Nuestro deber es fijar reglas comunes en torno a
principios de responsabilidad y solidaridad. Como francés, hago todo lo posible
para que los europeos sean conscientes de que pertenecen a una misma comunidad.
P. ¿Se lo dice también a
Angela Merkel?
R. Ella lo comprende a la
perfección. La prueba es que ha ido a Atenas.
Dejemos de pensar que hay un solo país que
paga por todos los demás. No es verdad
P. ¿Les preocupa la
resistencia creciente en Alemania a la solidaridad con los países del sur?
R. ¡Pero la solidaridad
es cosa de todos, no solo de los alemanes! Los franceses, los alemanes y todos
los europeos, en el marco del Mecanismo Europeo de Solidaridad (MES). Dejemos
de pensar que hay un solo país que paga por todos los demás. No es verdad. A
cambio, soy consciente de la sensibilidad de nuestros amigos alemanes ante el
problema de la deuda. Quien paga debe controlar, quien paga debe sancionar.
Estoy de acuerdo. Pero la unión presupuestaria debe lograrse mediante la
mutualización parcial de las deudas, a través de los eurobonos. Sé también lo
que pesan los recuerdos de la hiperinflación, transmitidos de generación en
generación en Alemania. Las modalidades de intervención del BCE evitan todo
peligro de ese tipo, porque acude en apoyo de las decisiones tomadas en el seno
del MEE. ¿Y que es el MEE, sino los Estados? Es decir, el BCE no va a emitir
moneda para ayudar a los países endeudados. Contribuirá a dar más eficacia a la
política monetaria. Asimismo he tenido en cuenta los argumentos democráticos
planteados en Alemania. Reconozco que los parlamentos deben poder autorizar los
compromisos exigidos a los Estados tanto en el marco de la unión presupuestaria
como en el de la unión bancaria. Estos principios comunes nos permitirán
construir una solidaridad. Pero no hay tiempo que perder. Francia está lista.
P. En esta Europa de
varias velocidades, ¿qué lugar ocupará el eje París-Berlín? ¿Es el primer
círculo?
R. Es el eje lo que
permite la aceleración. Y, por tanto, el que también puede ser el freno si no
se pone de acuerdo. De ahí la necesidad de esa coherencia entre Francia y
Alemania. Tenemos la obligación de estar unidos; pero eso exige tener un
sentido elevado de los intereses europeos y, por tanto, del compromiso. En mi
opinión, no debe ser una relación exclusiva. Europa no se decide entre dos. La
amistad francoalemana debe agregar, asociar, reunir. Por eso tengo cuidado de
no crear divisiones entre países supuestamente grandes y pequeños, entre países
fundadores y países que se nos unieron después. Europa necesita a todos, no es
solo una relación entre Gobiernos. Las instituciones comunitarias, Comisión y
Parlamento, deben desempeñar su papel. Y apela además a una ambición. La visión
que se confió históricamente a Francia y Alemania. Si nosotros pudimos unirnos,
cómo no vamos a ser capaces de conseguirlo entre todos. Es lo que recordaremos
durante las ceremonias del 50º aniversario del Tratado del Elíseo.
P. En su relación
personal con Angela Merkel, ¿qué ha aprendido de ella?
R. Es una persona clara,
que dice las cosas... Eso permite ganar tiempo. Y yo tengo la misma actitud.
Después, desde nuestros respectivos puntos de partida, buscamos el mejor punto
de encuentro. Es más fácil con puntos de partida explícitos que con puntos de
partida ambiguos y no podemos reprochar a Merkel que sea ambigua. No tenemos el
mismo calendario, a mí me eligieron hace cinco meses y la canciller tiene sus
elecciones dentro de 10, pero eso nos hace no aplazar las decisiones.
P. ¿Y usted, qué le
aporta?
R. Pregúntenselo a ella.
Creo que es consciente de que la alternancia en Francia ha creado una nueva
situación. Es muy sensible a las cuestiones de política interior y a las
exigencias de su Parlamento. Lo entiendo y lo respeto. Pero todos tenemos
nuestra propia opinión pública. Nuestra responsabilidad común es que prevalezca
el interés de Europa.
Es más fácil con puntos de partida
explícitos que con puntos de partida ambiguos y no podemos reprochar a Merkel
que sea ambigua
P. Se supone que usted es
europeísta, pero, durante la campaña, solo habló del “sueño francés”, nunca del
“sueño europeo”. ¿Qué apego personal tiene a Europa?
R. El ideal europeo está
contenido en el sueño francés. Desde siempre. Los revolucionarios de 1789
imaginaron una nación abierta a todos los ciudadanos de Europa. Victor Hugo fue
el primero que habló de unos Estados Unidos de Europa. Después de la carnicería
de 1914-1918, Aristide Briand ya defendía la idea de Europa en nombre de la
paz. En el momento de la liberación, tanto para Jean Monnet como para Charles
de Gaulle, construir Europa era reconstruir Francia. François Mitterrand
concibió su presidencia en nombre de Europa. Esa es la perspectiva a la que me
adhiero yo. Lo que deseo para mi país es que recupere el orgullo y la capacidad
de renovar la promesa republicana dirigida a la juventud. ¿Por qué soy europeo?
Porque Europa nos permite llegar a eso. Y si se produce una fractura entre
Europa y la patria, entonces el peligro será perder al mismo tiempo la cohesión
nacional y el ideal europeo.
P. ¿Es lo que sucedió en
2005 con el referéndum?
R. Fue una seria
advertencia. Y no se hizo caso. El reto actual es recuperar la confianza en
nosotros mismos y en Europa. Lo que nos amenaza no es la nación, es el
nacionalismo. No es Europa, es la falta de Europa.
P. ¿Se arriesgaría a que
Gran Bretaña abandone Europa?
R. Quiero un Reino Unido
plenamente involucrado en la construcción de Europa, pero no puedo decidir por
los británicos. He visto que por el momento les gustaría estar más apartados.
Los británicos están vinculados por compromisos que asumieron en su día. No
pueden desentenderse. Ahora, por lo menos, hay que reconocerles que lo dicen a
las claras. No están ni en la eurozona ni en la unión presupuestaria. Por mi
parte, no quiero obligarles.
P. ¿Cuál es la mayor
amenaza que pesa sobre Europa?
R. La de que ya no la
queramos. La de que se considere, en el mejor de los casos, una mera ventanilla
a la que acudamos, unos en busca de fondos estructurales, otros de política
agrícola y un tercero en busca de un cheque, y en el peor de los casos, un
reformatorio. Tiene que dar sentido a su proyecto y eficacia a sus decisiones.
Pero, a pesar de todo, Europa sigue siendo la más bella aventura de nuestro
continente. Es la primera potencia económica del mundo, un espacio político de
referencia, un modelo social y cultural. Merece que reaccionemos para renovar
la esperanza.
P. ¿Ha pasado lo peor?
R. Lo peor, es decir, el
temor a la ruptura de la eurozona, sí, creo que ha pasado. Pero lo mejor no ha
llegado todavía. Tenemos que construirlo nosotros.
Entrevista realizada por:
Sylvie Kauffmann (Le
Monde), Angelique Chrisafis (The Guardian), Berna González Harbour (EL PAÍS),
Jaroslaw Kurski (Gazeta Wyborcza), Alberto Mattioli (La Stampa) y Stefan Ulrich
(Süddeutsche Zeitung)
Traducción: María Luisa
Rodríguez Tapia
Carlos Slim | Empresario mexicano »
“Más que una
crisis de Europa, vivimos un cambio de civilización”
El magnate mexicano opina que “Europa debe vender activos e invitar al
sector privado a que haga la inversión que el Estado ya no puede seguir
haciendo”
Salvador Camarena
México, DF, 17 de octubre del 2012.- A los 72 años de edad, el hombre más rico del mundo hace un alegato en
contra del retiro a temprana edad. Carlos Slim Helú tiene una apretada agenda y
no ha terminado una reunión cuando ya se están congregando en torno a su mesa
los convocados a la siguiente. En esta entrevista sobre la situación europea
argumenta que en su modelo actual el Estado de bienestar construido en Europa
se ha vuelto insostenible. Explica que, entre otras cosas, se requieren ajustes
para garantizar que quienes están en el paro reciban capacitación para empleos
ligados a las nuevas necesidades. Aboga además por establecer una edad de
retiro más alta que incluya un esquema donde en los últimos años se trabajen
menos, aunque más largas, jornadas laborales.
El presidente honorario
de Grupo Carso (América Movil) ofrece su consejo para salir más pronto de la
crisis: “Lo que Europa debe hacer son dos cosas: vender activos, que bajen su
endeudamiento y sus déficits, pero también invitar al sector privado a que haga
la inversión que el Estado ya no tiene por qué seguir haciendo”.
Pregunta. Recientemente
usted declaró en una entrevista: “Tú lees los números y los números te dicen lo
qué está pasando”. ¿Qué le dicen los números de Europa? ¿Que está pasando ahí?
Algunas políticas
recesivas que se están siguiendo para hacer los ajustes agudizan más el
problema
Respuesta. Es una
combinación de números, de conceptos y tiene también que ver incluso con la
historia y la evolución de las cosas. Desde hace 10.000 años, en las sociedades
la tecnología ha ido provocando los avances de civilización: la rueda, el
alfabeto, la navegación, los molinos, todo. Ese avance normalmente ha sido
paulatino, continuo. Pero de repente hay grandes cambios tecnológicos,
revoluciones tecnológicas, que provocan grandes cambios de civilización. Pasó
con la sociedad industrial, sobre todo en su segunda etapa, a principios del
siglo XX, y ahora con la sociedad tecnológica, avanzada, acelerada. Después de
pasar por una época posindustrial estamos viviendo esta nueva civilización en
la que los paradigmas son muy diferentes a los de las sociedades agrícolas, en
donde el poder era monolítico, había esclavitud, no había derechos humanos. Hoy
estamos 180 grados al revés, esta nueva civilización es de democracia,
libertad, derechos humanos, cuidado del medio ambiente, competencia,
productividad, globalización... Este gran cambio tecnológico tiene muchas
consecuencias. Después de la II Guerra Mundial ha habido un gran desarrollo de
Europa, un gran crecimiento económico, crecimiento de la población también,
pero sobre todo un gran crecimiento de la incidencia fiscal de los gobiernos,
que hacen una recaudación sustancialmente alta del producto interno y, además
de eso, tienen déficit. Entonces están tomando una gran parte del producto
interno. Y las razones principales de lo que está pasando son que, después de
la II Guerra Mundial, los gobiernos y el Estado establecieron un Estado de
bienestar cada vez mayor que ya se volvió insostenible. Es necesario hacerle
algunos ajustes a este Estado de bienestar establecido. Se necesitan algunos
cambios estructurales, que se ve que no están haciendo, y están acudiendo a la
tradicional receta del ajuste del déficit fiscal a través de aumento de
impuestos o reducción de gasto público. En ese Estado de bienestar las personas
se están jubilando a los 60 años en algunos lados, cuando la esperanza de vida
cuando alguien llega a los 60 años probablemente es de 85 o más años, y es de
esperar que siga creciendo. Hay programas de salud universal, que son muy
importantes, pero poco eficientes y muchas veces abiertos a los turistas.
Entonces empieza a haber un seguro de salud que no obedece a causas normales,
sino que los turistas se aprovechan de esas condiciones para hacer uso de los
servicios médicos, acceder a operaciones quirúrgicas o prótesis yendo al país
que los ofrece gratuitamente. Lo más grave que está pasando, y ahí sí los
números hablan de una manera implacable, es la gran cantidad de desempleados,
especialmente jóvenes. Eso desde el punto de vista social, económico y en
general es muy preocupante en el caso de Europa. Y no se ve que se esté
pensando en la solución de ello. Ya no es importante si el PIB crece un punto o
dos o menos dos. De todas maneras los niveles de ingreso per cápita siguen
siendo altos, no habrá una regresión a niveles de subdesarrollo. Lo grave es
que ya los niveles de desempleo son muy altos, y que algunas políticas
recesivas que están siguiendo para hacer los ajustes agudizan más el problema.
P. ¿Qué cambios
estructurales se requieren para el Estado de bienestar?
R. La edad de retiro debe
ser mayor, porque en el pasado eran sociedades de mucho trabajo físico, en la
sociedad industrial había que estar en la máquina, había que trabajar
físicamente y había un gran desgaste. Ahora son sociedades de servicios, en
donde lo importante no es la fuerza física ni el trabajo físico, sino la
experiencia y el conocimiento. En una sociedad del conocimiento, es una
tristeza que a la mejor edad del ser humano alguien deje de estar ocupado
cuando a los 60 años está en su mejor momento.
El actual estado de
bienestar ya se volvió insostenible. La edad de retiro debe elevarse
P. ¿Usted ya estaría
retirado?
R. ¡Uy, desde hace mucho!
Eso es absurdo. En una sociedad del conocimiento la gente con más experiencia y
conocimiento se desaprovecha porque se queda sin trabajo. Creo que debe haber
una jubilación mucho más tardía. Yo diría a los 70 años por dar una cifra,
pensando en que las personas van a vivir 85 y más años; cuando ya una persona
llega a los 65 o 70 años la esperanza de vida es mayor, la esperanza de vida
hoy puede ser 75 o 77 cuando se nace, pero el que ya libró los primeros 70 años
de vida se puede ir más para adelante. Cuando ya llegó uno a esas edades la
esperanza es mayor. Por otro lado creo que hay que buscar por supuesto
continuar con la salud universal, más eficiente, mejor cuidada, regulada,
evitando los abusos, con más inteligencia. También debe haber redes de
protección social a un nivel adecuado y que en los programas de retiro se les
pague a las personas por capacitarse para una reconversión laboral. Es decir:
yo no tengo empleo, entonces en lugar de que me den 1.000 euros, sí, que me los
den, pero tengo que ir de tal hora a tal hora a capacitarme en equis número de
actividades en las que va a haber demanda laboral, no en las que ya no hay
demanda laboral. Es muy importante que los gobiernos estudien, y en general los
especialistas, en dónde se van a generar los nuevos empleos en los próximos 5 o
10 años para desde ahora capacitar a las personas para esos empleos, e impulsar
las actividades en donde se van a generar esos nuevos empleos para darle cabida
a las personas nuevas que lo demanden. Además también cabe hacer programas de
empleo, sobre todo en el caso de Europa, con fórmulas de trabajo de tres o
cuatro días. En lugar de cinco días de ocho horas laborales, que se trabajaran
tres días de 11 horas. Los tres o cuatro días restantes serían de un descanso
que permite leer, actividades de entretenimiento, la convivencia familiar,
acceso a la cultura, educación, viajes...
P. Es un cambio cultural.
El sistema nervioso de
esta civilización es la tecnología de la información
R. Estamos viviendo un
cambio de civilización total, con nuevos paradigmas y lo que tenemos que hacer
son los cambios estructurales que este requiere. Hay que hacer los cambios. No
es posible pensar en que haya un 50% de jóvenes sin empleo, o 30% o 25%. No es
posible pensar que el sistema de bienestar siga creciendo reduciendo la edad a
la que se jubila la gente. Los planes de paro o de seguro al desempleo deben
estar ligados a una reconversión laboral para que persona que está desempleada
hoy, que se dedicaba a cierta actividad, se le prepare para otras actividades,
porque si no nunca va a encontrar empleo en lo que sabe hacer, tiene que
aprender para tener una capacidad multiempleo, que tenga capacidad para
diversos empleos. Cuanta más preparación tiene una persona, más posibilidades
tiene de ser una oferta mejor y más facilidad de emplearse. Hace cuatro
décadas, Alvin Toffler hablaba de las crisis que se provocan en los cambios de
civilización. Lo que está pasando en Europa, y en el mundo en general, es una
crisis de cambio de civilización. Al aumentar la productividad, al ser más
eficientes, al globalizarse, al dejar de ser competitivos para la producción de
ciertos bienes, empiezan a provocarse este tipo de problemas ante los que se
tienen que hacer cambios de fondo para resolverlos. Y hablando de números, los
números no dan para sostener estos programas. Si se hacen los números de cuánto
cuesta el valor actual de la jubilación de la población económicamente activa
con empleo y sin empleo, resulta insostenible. Entonces lo que hay que hacer
son esos ajustes y, claro, ofrecer algo a cambio, las gentes trabajan más años
y trabajan menos horas durante probablemente los últimos 15 años, o los últimos
10 años o 20 años. Está ligado a trabajar más años y probablemente menos días,
menos horas y eso permite además una vida más plena. Porque al final lo que
combate la pobreza es el empleo, el empleo satisfactorio, que además dignifica
a la persona, el empleo no solo es una responsabilidad social, sino una
necesidad emocional.
P. Desde los ojos de un
inversionista, ¿dónde están en este momento las oportunidades en Europa? ¿En
qué sectores?
R. Primero es muy
importante que se resuelvan estos problemas estructurales. Veo difícil que los
países una vez que han alcanzado el desarrollo regresen al subdesarrollo, no
hay muestras sustanciales de ello. Sí hay muestras de que otros avanzan más que
ellos, que adelantan... Europa pasará algunos tiempos difíciles, pero habrá que
llegar a encontrar las soluciones y continuar su desarrollo. Hay actividades
que van a ser más generadoras de empleo, porque son actividades que van a ser
más intensas y amplias en su funcionamiento. Una de ellas es la tecnología de
la información, son campos atractivos, con futuro. Por supuesto la salud va a
ser muy importante como inversión, la educación, el entretenimiento, el cuidado
de las personas mayores, el turismo... En el momento en que se corrijan las
cosas todas estas actividades van a ser generadoras de empleo. Muchas de las
que van en esa dirección serían interesantes inversiones para las personas en
Europa y en el mundo, en cualquier lugar van a ser cada vez más demandantes,
con más inversión, con más actividad económica y más empleo. Es una sociedad,
debe estar muy claro, la mundial, de servicios.
Creo que haciendo las
correcciones Europa sigue siendo una zona con un gran potencial de desarrollo
P. Aunque todo el mundo
está muy preocupado y pesimista, usted está haciendo inversiones en Europa ¿es
sintomático de que ya está esperando la recuperación?
R. No, no. Pero creo que
las inversiones en negocios de tecnología son muy intensivas en capital, y hay
cambios tecnológicos muy rápidos y siempre ha sido uno de nuestros principios
mantenernos en la vanguardia de la modernidad y de la tecnología. El que no
invierte, si ya está en el negocio, pierde calidad en sus servicios, pierde la
alternativa de ofrecer más servicios o pierde participación de mercado y
atención a sus clientes. Los clientes van a escoger a aquellas empresas que
tengan inversiones que les permitan ofrecer los servicios de vanguardia, la
preferencia de los clientes en general están ligadas a ello, y por eso es muy
importante en este sector que hagamos estas inversiones. El sistema nervioso de
esta civilización es la tecnología de la información y estamos al principio de
su desarrollo. Aunque lo que hemos visto en estos últimos 10 años es enorme y
muy importante, estamos al principio. El potencial de inversión y de actividad
en estos campos creemos que es muy grande.
P. Sus inversiones, como
las recientes en empresas telefónicas de Holanda y Austria, ¿constituyen el
principio de una estrategia de incursión más agresiva en el mercado europeo?
El tipo de cambio del
euro es tan alto que le quita competitividad a Europa
R. Ya lo estamos
haciendo, porque el objetivo de haber entrado en forma minoritaria es apoyar a
la administración y a las empresas, principalmente, para que incrementen sus
inversiones para poder tener una mejor infraestructura, lo más avanzada que se
pueda, e impulsar la inversión de estas empresas.
P. ¿Está descontando que
los líderes europeos se van a tener que poner de acuerdo muy pronto?
R. No veo por qué tiene
que ser una decisión conjunta, cada país debería tomar sus propias decisiones.
Lo que necesitan hacer son los cambios estructurales y cada país debe hacerlos
y corregir. Cuando un país europeo tiene una captación fiscal muy grande y
además tiene un déficit, creo que en algunos casos más de la mitad del producto
interno lo manejan los gobiernos, incluyendo el déficit fiscal, y aparte de que
tiene una gran captación fiscal, tiene también endeudamiento porque tiene
déficit fiscal, pues ¿cómo puede corregir esos déficit fiscales excesivos?
Supuestamente subiendo ingresos, es decir, subir impuestos, que ya son altos; o
bajando egresos que significa recesión, o vender activos. Yo creo que lo que
debe hacer Europa es vender activos. El Estado hace demasiadas cosas. Lo que
debe hacer son dos cosas: vender activos, que bajen su endeudamiento y sus
déficits, pero también invitar al sector privado y a esos grandes recursos que
hay en todo el mundo, por la política monetaria laxa que hay en Estados Unidos
y en Europa también, y por las bajas tasas de interés, a que hagan la inversión
que el Estado ya no tiene por qué seguir haciendo. Uno de los paradigmas de
esta nueva civilización es que el Estado se hace más chico y la sociedad civil
se hace más grande. El mundo está atrasado en ese sentido. Tiene que haber una
mayor promoción de la sociedad civil, que participe más en muchas actividades
de gobierno, pero también que invierta en lugar de que todo lo tenga que
invertir el Estado, por ejemplo en las autopistas. Hasta los hospitales y las
escuelas pueden ser financiadas con dinero privado y con eso el Estado quita
presión a sus necesidades financieras. Se necesita inversión para que haya actividad
económica y para que haya empleo se necesita actividad económica.
P. ¿Ve resistencia a
entrar a ese modelo?
R. No, no sé por qué no
se hace. Yo creo que es inercia. Inercia. Porque estamos viendo que además la
medicina que se está planteando es la tradicional, es la que se aplica a los
países en desarrollo hace muchos años. Antes yo decía que las crisis en los
países subdesarrollados las pagaban los consumidores y en los desarrollados,
los ahorradores. En los países desarrollados acudían simplemente a bajar la
tasa de interés y se componía todo. Pero son tantos los excesos que ha habido,
básicamente es un problema de excesos, que hay que sacrificarse ahora, el
ahorrador con tasas negativas, y el consumidor con políticas recesivas.
P. ¿Cuál es su posición
sobre el futuro del euro?
R. Creo que debe
sobrevivir. Deben buscar políticas fiscales que se cumplan. Lo único que podría
observar es que un tipo de cambio del euro muy alto, ante un dólar que ha
buscado devaluarse con todas las monedas para hacer algunas correcciones de
tipo comercial y de cuenta corriente, queda de un nivel tan alto que le quita
competitividad a Europa, entonces en muchos sentidos provoca que Europa se
vuelva una especie de economía cerrada, en donde solamente los que están alrededor
del euro pueden comerciar entre ellos, pero que les cueste trabajo exportar
hacia otros lados o tener capacidad competitiva.
P. ¿Cuál es su plan a
medio y largo plazo en Europa?
R. Nosotros no vamos a lo
coyuntural, lo que estamos invirtiendo es con un concepto de largo plazo. Las
inversiones que hemos hecho, y nuestro planteamiento, es de largo plazo. No
estamos invirtiendo porque vale 100 y para que suba a 120 o 200 y venderla.
Largo plazo en el que por eso se vuelve muy importante la inversión, capex le
llaman allá ¿no?, inversiones de capital para tener empresas de vanguardia en
los mercados en donde están.
P. ¿A los líderes
europeos les ha faltado imaginación, creatividad, arrojo?
R. Se antojaría más
liderazgo.
P. ¿Qué de la experiencia
mexicana de lidiar con crisis le recuerda lo que está pasando en Europa?
R. Por ejemplo en el
sistema bancario sería ideal un poco más la fórmula americana de la
capitalización preferente que a fondo perdido, minimizar el pago de la
sociedad, que sea más una especie de capitalización temporal, por ejemplo, un
saneamiento. Otra cosa: los gobiernos están muy endeudados. ¿La deuda la tiene
quién? Privados. Bueno, pues buscar cambiar activos por deuda, reducir las
deudas, eliminar los déficit fiscales, bajarlos. He sostenido que en virtud de
la crisis de la deuda externa de 1982, y con el Consenso de Washington, nos
volcamos hacia el exterior, más exportación, aperturas comerciales, tipos de
cambio con flexibilidad para poder exportar mejor con devaluaciones, apertura a
la inversión, privatizaciones que sanearon al sistema fiscal de nuestros
países... Desde hace varios años creo que es muy importante volcarnos a apoyar
el desarrollo de la economía interna, la economía doméstica. Como se van a
cerrar los mercados externos creo que es muy importante volcarnos en nuestros
países, sin menoscabo de nuestro comercio exterior y nuestra actividad externa,
a desarrollar mucho la actividad doméstica. Eso permitiría más actividad, más
empleo, subir la masa salarial de manera importante, que va a ser la solución
que China va a encontrar, hay que ver qué tanto logra China hacer para que lo
que deja de exportar sea sustituido por consumo interno. Lo que debe hacer
Europa es corregir sus problemas, hacer los cambios de fondo que tenga que hacer,
más allá de que su peso económico en el corto plazo disminuya o se mantenga.
Creo que haciendo las correcciones Europa sigue siendo una zona con un gran
potencial de desarrollo, que puede estar a la vanguardia en muchos sentidos,
sobre todo si hace las correcciones y anticipa muchas de las cosas que habrá
que hacer, como lo que hablábamos de la edad de jubilación combinado con los
días de trabajo, y que eso dé capacidad de que trabajen otras personas, porque
ahorita lo importante es que las máquinas trabajen 24 horas y que las personas
sean las que trabajen menos.
Michael Bloomberg | Alcalde de Nueva York »
“Europa
necesita liderazgo”
El alcalde de Nueva York subraya la necesidad de líderes fuertes para tomar
medidas imprescindibles pero impopulares y la importancia de mantener abierta
la puerta a la inmigración
M. Calabresi
Nueva York, EU, 17 de octubre del 2012.- Michael Bloomberg tiene encima de su mesa un reloj que cuenta los días que
le quedan a su tercer mandato como alcalde de Nueva York, y lo mira cada
mañana: “Es una señal de que me digo: Haz que cada día cuente, porque no te
queda mucho tiempo”.
Pregunta. Europa ha
dedicado mucho tiempo a buscar la solución a su problema. ¿Cuánta importancia
tiene actuar a tiempo en una situación de crisis?
Respuesta. Bueno, la
primera vez que surge un problema, si uno no lo arregla, se encuentra con que
después es peor. Las cosas no mejoran por casualidad, empeoran por casualidad.
Por tanto, creo que los problemas de Europa comenzaron hace tiempo y deberían
haberlos afrontado hace tiempo. Dicho esto, todo eso ya es historia, y no se
puede revivir la historia, hay que vivir el presente: lo importante no es lo
que debería haber hecho Europa sino lo que debería hacer hoy.
"Necesitamos más
inmigrantes, porque crean más empleo y crean negocios"
P. ¿Qué cree que
deberíamos hacer ahora en Europa?
R. No es fácil dar una
respuesta, no hay ninguna que sea indolora. Creo que mejorar la productividad,
equilibrar el presupuesto, hacer inversiones de futuro, todo eso hay que
hacerlo. Son medidas sobre las que todos dicen: 'Sí, pero cuando las cosas
están difíciles o quiero hacer eso, no puedo, porque la gente no va a estar de
acuerdo'. Las medidas de austeridad para equilibrar un presupuesto cuando hay
una tasa de paro muy elevada son muy difíciles de vender; hacer inversiones a
largo plazo, cuyos beneficios se verán dentro de cinco, 10, 20 años, es muy
difícil de vender, sobre todo si no hay mucho dinero y a los Gobiernos tampoco
les sobra. Cambiar las leyes laborales y abrir las fronteras: es muy difícil
convencer a la gente de ese tipo de medidas que aumentan la productividad
cuando existen tantos problemas.
P. ¿Cuál es el error que
no deberíamos repetir jamás?
el verdadero daño de la
crisis de las hipotecas fue que su expansión ocultó un cambio trascendental en
la fuerza laboral en todo el mundo
R. Si piensan en la
ciudad de Nueva York durante los años setenta, verán que dejó de invertir en el
futuro, dejó de vigilar las calles, dejó de recoger la basura, impidió que
hubiera nuevas ideas, y la ciudad se vino abajo. La población disminuyó y
tardamos dos o tres décadas en salir de aquella situación. Es de esperar que
nunca volvamos a cometer aquel error. Hace seis años, yo dije: “Esto no puede
seguir así. Los ingresos siguen creciendo, los impuestos son bajos, las
inversiones están generando un enorme volumen de nuevos ingresos, en algún
momento se acabará”. Así que apartamos 6.000 millones de dólares del dinero de
los contribuyentes, ingresos fiscales, y esperamos a cuando hubiera una crisis.
Y, por supuesto, la crisis llegó, a partir de 2008, y hemos recurrido a ese
dinero, y el año próximo terminaremos de usarlo, pero nos ha servido para
superar un periodo muy difícil sin interrumpir nuestras inversiones. Hemos
puesto dinero en una nueva línea de metro, cosa que el Estado no quería hacer,
hemos construido un nuevo túnel bajo el agua, que ha tardado 50 años en
completarse porque nuestros predecesores siempre cortaban el dinero porque
tenían otras cosas en qué emplearlo. Hemos arreglado todas las calles de la
parte sur de Manhattan y hemos renovado líneas subterráneas de comunicación,
conducciones de agua y vapor, electricidad y alcantarillado, hemos hecho cosas
de ese tipo que sostendrán la ciudad durante mucho tiempo. Hemos abierto
oficinas de turismo en todo el mundo; este año tendremos 52 millones de
turistas. Y eso crea muchos puestos de trabajo.
P. ¿Cuántos turistas
tenían cuando llegó usted a su cargo?
R. Alrededor de la mitad,
hemos tenido un aumento de unos 36 millones a unos 52, un 60%.
P. ¿Cuál es la clave para
salir de la crisis?
R. Liderazgo. Europa
necesita líderes. No sé cómo saldrá al final, pero podría decirse que David
Cameron está actuando como hace falta, que tiene un verdadero presupuesto de
austeridad, que no es popular en Inglaterra, en el Reino Unido, pero está
ocupándose de los problemas. No sé si tiene razón o no, pero está demostrando
el valor necesario para dar un paso al frente y actuar. ¿Se puede hacer eso
mismo en España con la tremenda tasa de desempleo? ¿Se puede hacer lo mismo en
Grecia o Italia, donde el número de personas que pagan impuestos es
relativamente bajo? En Estados Unidos, todo el mundo paga sus impuestos. Quizá
haya un puñado de gente que hace trampas, pero todo el mundo hace su
declaración, de modo que, si las personas que no pagan son un porcentaje
pequeño, es más fácil aplicar la ley, porque perseguirlos es una tarea
controlable. Si el 90% de la gente no paga impuestos, ¿por dónde se empieza?
P. ¿Por dónde se empieza?
R. Christine Lagarde, la
directora gerente del FMI, es una persona de mucho peso, pero hay un límite a
lo que estas organizaciones supranacionales pueden hacer. A la hora de la
verdad, los Gobiernos de los distintos países tienen que conseguir convencer a
sus votantes, y es difícil levantarse y decir: Tenemos que hacer sacrificios”.
Todo el mundo quiere estabilidad fiscal, pero que no me suban los impuestos ni
recorten mis programas. Pues muy bien, responde el Gobierno, pero sin eso no se
puede tener estabilidad fiscal. La respuesta que reciben es: usted quería ser
presidente o primer ministro, discurra la manera.
P. ¿Qué opina de lo que
está haciendo Italia para resolver sus problemas y disminuir las repercusiones
negativas en Europa?
R. En Italia siempre ha
habido joie de vivre. Los italianos poseen un optimismo que está en su cultura.
Ahora bien, tienen una enorme cantidad de problemas económicos, probablemente
menos que Grecia y probablemente menos que España, y que otros países. Lo
fundamental es que han gastado un dinero que no tenían y no han invertido en
cosas para el futuro. Lo que resulta más preocupante aquí en Estados Unidos es
que hemos cerrado nuestras fronteras y aceptamos a menos inmigrantes, y por lo
menos en Nueva York necesitamos más inmigrantes, porque crean más empleo y
crean negocios. No sé si eso es así o no en Italia, pero el caso es que se
observa una ola de anti-inmigración en toda Europa, desde Irlanda hasta
Turquía. De pronto, las diferencias locales son muy importantes. En su día hubo
discusiones sobre la inmigración polaca en Europa, pero hoy resulta que Polonia
es la superpotencia económica del continente. Hay que traer savia nueva.
P. La crisis comenzó en
Estados Unidos con la quiebra de Lehman Brothers en 2008. ¿Cree que Wall Street
tiene una parte de responsabilidad en la crisis del euro?
R. Creo que no estoy de
acuerdo con su premisa. En mi opinión, Lehman quebró porque toda la gente, en
todo el mundo, quería tener una hipoteca, todo el mundo quería que su fondo de
pensiones subiera de valor, todo el mundo quería dinero barato, y entre todos
creamos esta burbuja. Fue la gente, fue el Gobierno, fue el sector privado, y
entonces todo se vino abajo. Tengo 70 años y llevo toda la vida esperando a que
alguien invente el movimiento perpetuo, pero nunca lo han hecho. Todas estas
cosas suceden en ciclos, se precipita la crisis y luego nos recuperamos poco a
poco. Se empiezan a crear excesos, los primeros derivados son así, los segundos
derivados son asá, y luego los terceros derivados son un paso malo. En Estados
Unidos, el verdadero daño de la crisis de las hipotecas fue que su expansión
ocultó un cambio trascendental en la fuerza laboral en todo el mundo. Como todo
el mundo estaba construyendo, estábamos creando mucho empleo. Cuando se
interrumpió, el empleo dejó de existir. Luego fíjense en la clase media: ¿qué
está pasando con sus puestos de trabajo? No pueden vivir con lo que ganan. Unas
personas que empiezan a subir en la escala socioeconómica, tienen una familia
estructurada, un coche, una casa, lo que tengan que tener: no consiguen un
trabajo que les pague un buen sueldo. Lo necesitan, pero no lo consiguen. Hacen
cosas que son repetitivas, que pueden ser automáticas y que, en general no
tienen que hacerse cerca del cliente, cerca del usuario, de modo que se pueden
llevar a cualquier otra parte del mundo en la que haya salarios más bajos. Ese
es el problema de la clase media.
P. Durante la actual
campaña presidencial, los dos candidatos han criticado a Europa. Da la impresión
de que Europa se ha convertido casi en un insulto en la política
estadounidense. ¿Se ha ensanchado el Océano Atlántico debido a la crisis
económica?
R. El Océano Atlántico
siempre ha sido muy ancho. Yo he dado muchas veces este ejemplo: si estuviera
usted en Roma, e intentase pagar al taxista en libras esterlinas, el taxista
protestaría y se quejaría, pero le llevaría a un banco; en Nueva York, si
intentase usted pagar en libras, le llevaría a una comisaría. Sé que el 11 de
septiembre nos enseñó que el mundo es más pequeño, pero Europa y Estados Unidos
siguen siendo diferentes. Tenemos un gran porcentaje de miembros del Congreso
que no tienen pasaporte. Nuestros periodistas nunca han viajado por el mundo,
nunca han estado en otras ciudades. Dicen que la crisis aquí es inmensa: una
persona tiene que comerse la hamburguesa sin patatas fritas, así que es pobre.
¡Que vayan a otros países donde la gente no tiene nada para comer! Estados
Unidos no lo entiende. Creo que no deben preocuparse por las opiniones de Europa
ni por las opiniones de Estados Unidos sobre Europa. Los cargos electos los
ocupan políticos que quieren que los elijan, así que tienen que echar la culpa
a alguien. Hemos creado una cultura en la que alguien tiene la culpa, alguien
que no somos nosotros. Por eso atacamos a Europa, por eso atacamos a China.
P. En una situación de
crisis, cuando los gobiernos nacionales y locales están recortando las
prestaciones sociales, la educación, la ayuda a los pobres, ¿puede ser una
solución la filantropía?
R. No, porque las
cantidades de dinero son muy distintas. Lo que puede hacer la filantropía es
financiar proyectos de prueba, o innovaciones, o ensayos, pero, cuando se trata
de ofrecer servicios a 6.600 millones de personas en todo el mundo, la
filantropía privada es tan pequeña que es inapreciable. No se puede utilizar
dinero público para cosas que no se puede garantizar de antemano que vayan a
funcionar. Cosas innovadoras que no se sabe ni en qué van a consistir y mucho
menos si van a servir de algo. Y ahí es donde la filantropía sí puede
intervenir. Se pueden hacer cosas. Yo di 50 millones de dólares al Sierra Club
para contribuir al cierre de centrales de carbón. He gastado 600 millones de
dólares de mi bolsillo en tratar de convencer a la gente para que deje de
fumar. El tabaco matará a 1.000 millones de personas en este siglo. He
invertido 100 millones de dólares hasta ahora en el tráfico, que de aquí a unos
años será el quinto mayor asesino del mundo. Es decir, existen cosas que
podemos hacer de manera particular, pero, a grandes rasgos, es el dinero
público el que debe encargarse. Se puede decidir si se quiere gastar o no y se
puede recaudar dinero de la gente que lo tiene.
P. Hablando de
prioridades, ¿es posible recortar en la cultura y la educación?
R. Todo tiene su valor.
Yo controlo un presupuesto de 65.000 millones de dólares y, durante los últimos
años, nuestros ingresos fiscales anuales han permanecido estables, mientras que
los gastos aumentan. Así que tengo que encontrar formas de ahorrar. Tengo que
mantener seguras las calles. ¿Por qué? Porque, si las calles no están seguras,
la gente no vendrá a hacer turismo, no vendrá a vivir, y entonces no tendremos
una base de contribuyentes. Así que todo lo demás de lo que vamos a hablar
enseguida no podría hacerse si no empezamos con la seguridad. Luego hay que
tener ambulancias que acudan cuando uno sufre un derrame o un ataque al
corazón. Si se incendia la casa, hay que tener un camión de bomberos que vaya,
además de otras cosas. Hay que recoger la basura, si no, tendremos enfermedades
y un aspecto terrible, y hay que proporcionar educación. Con esto acabo de
darles el 80% del presupuesto de la ciudad que es intocable. Y que tiene que
aumentar cada año, en opinión de la mayoría, aunque yo he tenido que reducirlos
todos, incluida la policía. He eliminado 5.000 puestos de policía en los
últimos 10 años y la ciudad está más segura que nunca. Es decir, gastamos menos
dinero en estas cosas, pero debemos encontrar maneras de hacerlo con menos aún,
y la respuesta que tienen siempre los gobiernos es dedicar más dinero al
problema. Pero existen dos razones para no hacerlo. Si dedicamos más dinero, en
primer lugar, estamos despilfarrando el dinero de los contribuyentes. Pero,
sobre todo, la gente que se beneficia de ese programa que no funciona sale
perdiendo. Cuando tenemos un programa para educar a los niños que no funciona,
si invertimos más dinero en él, lo único que estamos haciendo es darles un año
más con un sistema que ya sabemos que no funciona, y eso es la mayor tontería
que se puede hacer. También debemos tener instituciones culturales, que es como
competimos con otras ciudades, y debemos tener parques. La respuesta, por
consiguiente, es: no hay que recortar nunca todo ni eliminar por completo una
cosa. Hay que fijar las prioridades. Nosotros gastamos 8.500 millones de
dólares cada año en nuestro departamento de policía, 22.000 millones de dólares
en nuestro sistema de enseñanza pública. No sé lo que gastamos en asuntos
culturales, pero unos 200 millones, probablemente. Tenemos que escoger, pero la
mayoría de las cosas que hace el ayuntamiento de Nueva York son las cosas que
la gente quiere y necesita. A mí me toca la responsabilidad de decir no. Eso es
el liderazgo.
P. Política o empresa:
¿cuál será la próxima aventura de Michael Bloomberg?
R. No tengo ni idea, de
verdad que no lo he pensado. No trabajo para ningún jefe desde hace 35 años,
así que no podría hacerlo ahora, es poco probable. He tenido el mejor cargo
oficial que se puede tener, no creo que haya ningún otro cargo de gobierno que
me apetezca ocupar, o quizás no conseguiría que me escogieran, porque siempre
hay alguien a quien no le gusta mi política en materia de armas, el aborto, los
derechos de los homosexuales. ¿Filantropía? Me gusta crear grandes estrategias
pero después... Bill Gates es buen amigo mío, trabaja en cuestiones del sida y
se ha leído todo lo que se ha escrito sobre el sida. Yo le digo que deberíamos
ocuparnos de eso, él es un experto en el tema, que se encargue él y yo le doy
dinero. No sé, no sé cómo responder la pregunta. Me iré a descansar unas
semanas, llevo 11 años sin vacaciones. Me gustaría recorrer la costa italiana,
creo que podría hacerlo durante dos semanas, pero después no sé qué haré. No
voy a dar clase, no voy a ser asesor de nadie, no voy a dedicarme a las
inversiones: no me va ese tipo de actividades. Yo hago cosas.
P. ¿No ha tenido
demasiado éxito en la política para renunciar ahora?
R. Mire, a nadie le caen
bien los viejos ricos. El 1 de enero de 2014, cuando expire mi mandato, puedo
pronunciar un discurso sobre cómo curar el cáncer, y nadie irá a escucharme.
Hay que comprender que uno deja de controlar el escenario, que ya no va a tener
el acceso a la prensa que tiene ahora. Es el paso al mundo real, y a algunas
personas les cuesta hacer esa transición. A mí no me resultará difícil, porque
haré lo mismo que hice cinco minutos después de que me despidieran de Salomon
Brothers: tomé la decisión consciente de no volver a pensar en ello. No volver
a pensarlo. Esas personas que no dejan de fustigarse: debería haber hecho esto,
tendría que, podría. ¿De qué sirve? Creo que mañana será mejor que hoy, no sé
qué traerá, pero hay que tener una vida muy mala para no asumir esa filosofía.
Ya veremos qué ocurre. Si pudiera aprender a hablar español, mi italiano es un
poco mejor, si pudiera aprender a jugar al golf como un profesional, después no
sé qué haría. Si pudiera hacer eso en dos semanas, después tendría el mismo
problema. Pero no creo que corra ese peligro. ¡Buena suerte!
Guido Mantega | Ministro de Economía de Brasil »
“La estrategia
definida por Alemania es temeraria”
El ministro de Economía de Brasil alerta de que las políticas europeas, de
momento, no resuelven la cuestión de la recuperación económica
Francho Barón/ Nicolas Bourcier
Brasilia, Brasil, 17 de octubre del 2012.- Guido Mantega (Génova, 1949) es el único ministro
que continúa ininterrumpidamente en el núcleo duro del Gobierno brasileñodesde
hace más de seis años. Responsable de la cartera de Economía, hombre fuerte del
Ejecutivo de Dilma Rousseff y gran conocedor de las políticas monetarias
internacionales, fue uno de los principales actores del milagro económico
brasileño durante el segundo mandato de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).
Pregunta. Acaba de
regresar de Londres y París, ¿cuál es su opinión sobre las medidas empleadas
para luchar contra la crisis?
Respuesta. La crisis no
está mejorando en Europa y los mercados siguen en números rojos. Las medidas
adoptadas se limitan a una declaración de intenciones escritas que aún no se
han puesto en práctica. No hemos visto la compra de deuda por parte del Banco
Central Europeo. El Fondo Europeo de Estabilidad se anunció hace más de un año
y aún no funciona. Persisten problemas graves en Grecia y España, que aún no ha
pedido su rescate en el Consejo Europeo. Yo añadiría que las soluciones
propuestas se refieren solo a los problemas más visibles, es decir, a la
posibilidad de que se produzca un crash de la banca o la refinanciación de la
deuda. Estas medidas podrán acabar con el estrés de los mercados, pero no van a
resolver la cuestión central, que es la de la recuperación económica.
De mis contactos en las
capitales europeas he extraído que se está trabajando en una solución a largo plazo.
Esta estrategia, definida principalmente por Alemania, consiste en llevar a
cabo un primer saneamiento, reduciendo la deuda y recortando el gasto, y solo
después se les prestará asistencia a los países necesitados. Por lo tanto,
debemos preguntarnos si es políticamente viable decirle a la gente que los
salarios seguirán cayendo y que el trabajo seguirá faltando durante los
próximos dos o tres años. ¡Me parece una estrategia temeraria porque ya vamos
por el cuarto año de crisis!
P. ¿Diría usted que Europa
no se ha hecho las preguntas adecuadas para responder a esta crisis?
R. La estrategia es
incompleta ya que trata de resolver el problema de la deuda, y esto tiene
sentido, pero le falta otra parte que permita retomar el crecimiento. Por
ejemplo, se podría crear un fondo de inversión europeo para financiar
infraestructuras.
P. ¿Algo como lo
propuesto por el presidente francés, François Hollande?
R. Sí, pero incluso con
la propuesta del señor Hollande, no veo que se esté discutiendo esta cuestión.
Su propuesta consiste en un ahorro de 30.000 millones de euros, aumentar los
impuestos y reducir el gasto. ¿Dónde está el programa de inversiones?
El Banco Europeo de
Desarrollo propuesto por el Sr. Hollande ya existe, pero no funciona. Hay una
necesidad urgente de pensar en una estrategia que acorte la crisis porque el
tiempo se acaba. Como dijo John Maynard Keynes, a largo plazo todos estaremos
muertos.
P. Si se pone en el lugar
de los países que más están sufriendo, como España, Portugal o Grecia,
¿encuentra aceptable la actitud de Alemania?
R. Creo que Alemania está
mirando en una sola dirección. Su propuesta de saneamiento económico me parece
lógica de cara a los votantes alemanes, que no quieren pagar la factura ni la
falta de responsabilidad de otros países. Sin embargo, los alemanes también
perderán si los bancos españoles quiebran. Berlín debería ser más flexible.
Fíjese en los gobiernos español y portugués, que están haciendo grandes
esfuerzos. Alemania debería ser más flexible a la hora de ayudar a estos gobiernos,
en lugar de ponerles un cuchillo en el cuello.
Lo que hay que hacer es
restaurar la confianza. Y si no, recuerde la Cumbre del G-20 de Londres en
2009. ¿Cuál fue su gran éxito? Trabajar juntos y restablecer la confianza.
Volvió la calma, se reanudaron las inversiones y la industria mundial despegó
de nuevo.
P. ¿El espíritu de
cooperación entre los Estados del G-20 se ha deteriorado desde entonces?
R. Creo que en Londres
hicimos un trabajo colectivo más sólido. El G-20 fue muy eficaz durante el estallido
de la crisis en EE UU. No está siendo el caso de la crisis europea. Esto
también se debe a que la UE es más autónoma en su toma de decisiones. El
resultado es que Europa no ha sido capaz de afrontar el problema desde el
comienzo, en 2010, según lo recomendado por el FMI.
P. ¿Y dónde estamos
ahora?
R. El 2012 es un año
perdido para Europa, esto es un hecho. Ahora el objetivo consiste en evitar que
la situación empeore en los próximos años. Para ello las medidas tienen que
tener mayor alcance y su puesta en práctica ser mucho más rápida. No critico al
Banco Central Europeo (BCE), pero creo que debería poner en marcha las medidas
acordadas. Mario Draghi es un buen líder y una persona fiable, pero no debemos
olvidar que la Reserva Federal (FED) actuó inmediatamente en el inicio de la
crisis en EE UU. Supo controlar mejor la situación.
P. El año pasado usted
evocó la posibilidad de conceder, en el marco del FMI, ayudas a Europa para
contribuir a superar la crisis. ¿Esta propuesta sigue en pie?
R. La propuesta sigue
sobre la mesa. Pero hasta el momento Europa no ha cumplido las condiciones que
hemos puesto, como la puesta en funcionamiento del Fondo de Estabilidad
Europeo. Nuestra idea es desembolsar la ayuda después de que las capitales
europeas hayan realizado su propia inversión. Para ello los BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) decidimos aumentar nuestra contribución al FMI
en 80.000 millones de dólares en la cumbre celebrada en junio en Los Cabos,
México.
P. Han pasado muchos años
desde que el FMI le prestaba dinero a Brasil. Hoy su país vive una estabilidad
económica. ¿Qué recetas brasileñas se podrían poner como ejemplo para resolver
la crisis europea?
R. Creo que no estamos en
condiciones de darle ninguna lección a Europa porque partimos de situaciones
muy diferentes. Aquí hemos aplicado una combinación de políticas económica y
fiscal. Una política fiscal sólida es importante para impedir que la deuda
crezca. Al mismo tiempo, hemos llevado a cabo una política social muy potente
ya que la pobreza sigue siendo un problema serio en Brasil, algo que no es el
caso de Europa.
Cui Hongjian | analista chino »
“China quiere
una UE más fuerte e influyente, pero distinta de EU”
Cui Hongjian, director de Estudios Europeos en el Instituto de Estudios Internacionales
de China, señala que Pekín quiere "aprender de Europa en materia de
justicia social"
Jose Reinoso
Pekín, China, 17 de octubre del 2012.- “En los dos últimos años, las relaciones entre China y Europa han
experimentado un gran progreso. En conjunto, son buenas. No tenemos ningún
conflicto grave, aunque haya algunos problemas como demandas antidumping. Pero
esto es natural porque Europa es un gran socio estratégico de China”, asegura
Cui Hongjian, director de Estudios Europeos en el Instituto de Estudios
Internacionales de China.
Cui, de 42 años, habla en
una pequeña sala muy funcional en la sede de este centro de pensamiento (think
tank), ligado al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Pekín. “La Unión Europea
(UE) y los países europeos son muy importantes para China, no solo en lo que
respecta a los intercambios comerciales sino a los asuntos globales. Nuestra
relación es sistémica y completa”.
El comercio entre China y
la UE se ha cuadruplicado en los 10 últimos años, hasta alcanzar 428.000
millones de euros en 2011. La Unión Europea es el mayor socio comercial de
China y su principal destino exportador, mientras que China es el segundo socio
para Europa después de Estados Unidos.
Cui asegura que uno de
los principales puntos que comparten China y Europa es que ambos quieren tener
un “desarrollo pacífico”. “Cuando Europa plantea una intervención militar en
algún país, es para detener algo, no para conseguir algo”, dice en referencia a
Estados Unidos. “También compartimos una visión multipolar del mundo, aunque a
veces tenemos una idea distinta sobre este concepto. Para Europa,
multipolaridad significa multilateralismo. Aún necesitamos encontrar puntos
comunes más prácticos para tratar asuntos difíciles como Siria o Irán”.
Entre los puntos de
fricción, menciona las diferencias comerciales, como la reciente investigación
antidumping a los paneles solares chinos, y los derechos humanos. De estos, sin
embargo, dice que “no suponen un gran problema entre China y Europa, pero los
políticos europeos necesitan plantear este asunto en China con frecuencia para
responder a la opinión pública”. “Y entiendo cuál es la percepción de los
europeos sobre los derechos humanos porque han sido educados así”.
Asegura que uno los
aspectos que más valoran los chinos de Europa es su experiencia en la
resolución de las diferencias históricas, “cómo se hizo la integración para
superar los problemas dejados por la Segunda Guerra Mundial”. Y dice que, según
una reciente encuesta de una universidad, más del 70% de los chinos tiene una
imagen favorable de Europa. “Esto es porque no tenemos disputas territoriales
ni grandes problemas, y porque el poder de Europa es un poder suave. Para la
mayoría de los chinos, Europa es un lugar pacífico, bonito y romántico. Y los
europeos tienen un estilo de vida atractivo”.
Cui afirma que en los dos
últimos años, sin embargo, la preferencia de los chinos por Europa “ha caído un
poco” por dos motivos: la crisis de la deuda —“se preguntan por qué los
europeos discuten tanto y no emprenden acciones”— y la existencia de noticias
negativas sobre China y cómo en los últimos 10 años no ha habido progreso en
temas como la concesión del estatus de economía de mercado y el levantamiento
del embargo de armas, que Europa impuso tras la violenta represión de las
manifestaciones de la plaza Tiananmen, en 1989.
Una de las dificultades a
las que se enfrenta China en su trato con Europa es la gestión de las
relaciones a nivel de la Unión, por un lado, y con los Estados miembros, por
otro, según dice. “Esto despierta a veces suspicacias, y hay quienes argumentan
que China pretende crear división en la UE. Los dos últimos años, China ha
incrementado muy rápido la cooperación con Alemania, y esto ha hecho
preguntarse a algunos en Europa dónde está la política común europea. China
también ha incrementado la relación con los países centroeuropeos y esto
también ha planteado interrogantes”.
Cui asegura que Pekín lo
ha hecho para ganar tiempo porque, según dice, durante este tiempo, el 90% de
los temas debatidos en la UE ha sido sobre la crisis de la deuda y China no
puede esperar para potenciar sus relaciones con los diferentes países,
especialmente cuando sus exportaciones a Europa han caído debido a dicha
crisis. “China tiene que hacer algo para detener este declive de las
exportaciones. Además, hay una demanda de estos países en este sentido”.
El investigador cree que
la falta de una cabeza única decisoria en Europa es una dificultad para China.
“Pero también lo es para Europa”, advierte. Sin embargo, reconoce que el
sistema tiene sus ventajas. “A veces, es buena para China esta diplomacia de
equilibrios, tener algunas relaciones con la UE y otras con los miembros para
influir en Bruselas. Pero, creo que, cuando haya una sola persona para tratar con
China, quizás sea mejor porque habrá mayor eficacia. La clave es en qué
contexto se produce esto. Si Europa tiene unos Estados Unidos de Europa como
unos Estados Unidos de América, con intención de superpotencia y
unilateralismo, será malo porque quizás haya más confrontaciones entre las tres
grandes potencias”.
Cui asegura que “China
tiene que hacer frente a muchos y variados desafíos al mismo tiempo” y “tener
una relación práctica y fructífera con Europa será muy útil para que logre un
crecimiento económico estable”. “Además, la cooperación mutua es buena para el
mundo, para poner freno a las superpotencias. Debemos trabajar juntos para
construir un mundo más equilibrado, en el que Estados Unidos no controle todo”.
El investigador dice que
China se ha vuelto hacia Europa después de mucho tiempo de mirar a Estados
Unidos. “En los últimos 30 años, China ha logrado un alto crecimiento
económico, pero esto ya no es suficiente. China quiere tener un desarrollo
estable y sostenible durante otros 30 años, así que ahora es un buen momento
para aprender más de la experiencia europea. Queremos crecimiento económico,
pero necesitamos también justicia social. Y la experiencia en esto está en
Europa. Quizás en los últimos 30 años, China aprendió demasiado de Estados Unidos”.
Cui afirma que “lo que
China desea ver es una Unión Europa más fuerte, más poderosa y más influyente,
pero distinta de Estados Unidos, que nunca cambie sus ideales de ser una
potencia suave y de contribuir al mundo”.
Desde la otra
orilla
Las experiencias históricas no son transferibles, pero quizá Latinoamérica
tiene algunas de utilidad para sus viejos aliados. Quizá para Europa ha llegado
la hora de acercarse a la otra orilla
Enrique Krauze
México, DF, 17 de octubre del 2012.- “América Latina es un polo excéntrico de Occidente”, escribió Octavio Paz.
Desde esa posición marginal —que muchos filósofos de la Ilustración y el Siglo
XIX consideraron irremediablemente oscurantista, bárbara y atrasada— nuestras
jóvenes naciones miraron (y admiraron) incesantemente a Europa. Indiferentes a
China o Japón (salvo como origen de sucesivas olas migratorias), estas
repúblicas hubiesen querido convivir con los Estados Unidos en un plano de
igualdad política, pero la actitud expansionista de esa “otra América” terminó
por acercarlas aún más a Europa. No había interés en el Pacífico ni horizonte
hacia el Norte. Solo el Atlántico parecía mar abierto.
De Gran Bretaña vinieron
los primeros capitales para el desarrollo de puertos, ferrocarriles, las
empresas mineras y hasta el fútbol. Más tarde se le sumó poderosamente
Alemania, que contó con simpatías permanentes aún en tiempos donde no debió
tenerlas (como la Segunda Guerra Mundial). Y ninguna influencia superó la de
Francia, meca de nuestras ideas e ideologías, de nuestros gustos y modas, de
nuestras letras y artes, de nuestros libros de texto y nuestros grandes
autores. París fue, también entre nosotros, la capital del siglo XIX.
Durante el siglo XX,
América Latina fue una observadora perpleja de la Primera Guerra Mundial y una
participante muy menor de la Segunda. Era pobre, desigual, anárquica y
violenta, y toleraba a menudo regímenes dictatoriales y corruptos, pero recibió
con brazos abiertos a los perseguidos de las guerras europeas. De España
llegaron desde el siglo XIX generaciones de inmigrantes a “hacer la América” y
llegaron aún más durante y después de la Guerra Civil. Así emigraron también
polacos, italianos y judíos. Nuestros puertos fueron lugar de abrigo y
libertad.
América Latina, la
marginal, la “mágica”, la excéntrica, ha sido —en suma— una buena aliada de los
países europeos en sus períodos de esplendor y expansión. Y se ha negado a
acompañarla en sus locuras colectivas. Borges dijo alguna vez que el
antisemitismo argentino era un “facsímil” del europeo, y su aguda observación
corresponde a buena parte de los fanatismos ideológicos que desgarraron a
Europa en el siglo XX. Por más que intentásemos copiar a Europa, el fascismo,
el nacionalismo extremo, el nazismo, el racismo y aún el comunismo (con la sola
excepción de Cuba) solo alcanzaron en nuestros países a tener réplicas
facsimilares (si bien atrozmente genocidas, como la de los militares argentinos
y chilenos).
Desde hace un par de
décadas, mientras Europa disfrutaba de una nueva y autocomplaciente Belle
Epoque, América Latina salió de su “siesta”, descubrió al Océano Pacífico y
comenzó a aprovecharlo. Al mismo tiempo, los procesos de liberalización
económica comenzaron a hacer mucho más sustancial el intercambio con Estados
Unidos, con resultados positivos en todos los ámbitos salvo en uno: el
narcotráfico. Europa se alejó del horizonte, pero a nadie le preocupó.
Irreversiblemente desarrollada y democrática, Europa seguiría ahí, idéntica a
sí misma, para siempre.
Hoy ha dejado de ser así.
Entre las perplejidades que ha traído consigo el siglo XXI, la crisis europea
no es la menor. Las experiencias históricas no son transferibles, pero quizá
Latinoamérica tiene algunas de utilidad para sus viejos aliados. En el ámbito
económico, varios países supieron acotar su sector público e imponerse ajustes
y sacrificios que en su momento fueron muy dolorosos pero que han permitido
sortear mejor la crisis actual no solo en los grandes números sino en la
creatividad microeconómica y el autoempleo. En términos políticos, la adopción
casi general de la democracia en América Latina (hecho inédito desde 1820, y
debido en gran medida a la ejemplar transición española) debería interpretarse
–desde Europa- como un imperativo para defenderla de los populismos violentos
que ahora la amenazan. Otro rasgo útil es la relativa tolerancia étnica y
religiosa: proclive a la mezcla y la inclusión más que a la discriminación
excluyente y la persecución, el “mestizaje” latinoamericano ha sido, en muchos
sentidos, un melting pot más cabal que el de Estados Unidos. Por eso y más,
quizá para Europa ha llegado la hora de acercarse a la otra orilla.
Fuente: El País