POR OSCAR CASAL (*)
Publicado el 29/10/2012 - La
parálisis del Parlamento del Mercosur (Parlasur) desde hace un año genera dudas
e interrogantes. A las demoras y desavenencias ocurridas en los Congresos de
Brasil y de la Argentina para designar en su momento a sus representantes se le
ha sumado otro obstáculo, hasta ahora insalvable, relacionado con la suspensión
de Paraguay de participar en los órganos del Mercosur decidida en la Cumbre de
Mendoza en junio pasado.
En los considerandos de
la decisión los jefes de Estado dejan expresamente aclarado que la medida no
debe producir perjuicio alguno al pueblo paraguayo.
El Parlasur es un órgano
de la estructura institucional del bloque que no representa a ninguno de los
poderes del Estado, más aun está conformado por Parlamentarios del Mercosur que
representan a “sus pueblos” y en el caso de Paraguay son, hasta el momento, los
únicos que han sido elegidos por sufragio universal en las elecciones generales
del año 2008.
Sería sumamente
contradictorio pretender aplicar dicha suspensión en el seno del Parlasur,
habida cuenta de que su composición obedece a criterios esencialmente distintos
del resto de los órganos del Mercosur, y que en el hipotético caso de pretender
aplicarla, cualquier ciudadano paraguayo podría sentirse afectado en sus
derechos civiles y políticos, intención que no condice con el espíritu de la
decisión tomada en Mendoza.
No obstante, es confusa e
inquietante la señal política que se desprende de su inactividad. En la
Argentina, se modificará en breve el Código Electoral que posibilitará votar a
partir de los 16 años, pero, aparentemente, no está en agenda incorporar el
derecho que tiene la ciudadanía de elegir los parlamentarios del Mercosur, como
tampoco lo estaría ni en Brasil ni en Uruguay, países que han asumido el
compromiso oportunamente en el Protocolo Constitutivo del Parlasur.
El Mercosur está
atravesando una etapa de reconfiguración de su perfil, de sus contenidos y de
sus objetivos, en consonancia con nuevos paradigmas políticos, sociales y
económicos de la región.
Sería una fuerte señal de
compromiso político con la integración dotar al Mercosur de una institucionalidad
profundamente democrática, innovadora, participativa y eficiente que termine de
consolidar un modelo propio de integración para el Siglo XXI.
El Parlasur, como caja de
resonancia de la integración, mantiene una deuda con la ciudadanía, que debiera
ser subsanada con una contundente agenda de relanzamiento.
Como decía Jean Monnet
“la integración no se trata de coaligar Estados sino de unir hombres”. l
(*) Presidente de Espacio
para la Integración y la Convergencia
Fuente: El Liberal de
Santiago del Estero, Argentina