En España se reutiliza el 68% de los envases plásticos, con los que se
elaboran productos industriales, textiles o alimentarios
Las Palmas, España, 23 de octubre del 2012.- Convertir un objeto en otro. Ese fue durante
siglos el sueño de cualquier alquimista. Hoy ya es posible transformar una
botella de plástico en una camisa, un forro polar o un juguete. Es la
transmutación del reciclaje, un proceso que arranca con el simple gesto de
echar los residuos en un contenedor y concluye con el tratamiento de esa basura
en plantas con importante tecnología hasta elaborar productos industriales o
alimenticios.
Verde, azul y amarillo. O
lo que es lo mismo: vidrio, papel o cartón y envases. La mayoría de los
ciudadanos ya conocen esa relación entre los colores de los contenedores y los
residuos que deben depositar en cada uno de ellos para reciclar. Lo que quizá
no sepan es que la moqueta que pisan, la bolsa con la que hacen la compra o la
ropa que visten esté compuesta con plásticos reciclados. Y esos solo son
algunos de los productos que pueden elaborarse a partir de las 1,2 millones de
toneladas de envases reciclados en España el año pasado. Y es que reciclar no
solo es un gesto de altruismo para con el medio ambiente, la reducción de
emisiones de CO2 o la lucha contra el cambio climático. También se ha
convertido en una industria con miles de trabajadores capaz de ofrecer
productos comunes en la vida diaria.
Es casi imposible salir a
la calle de cualquier ciudad y tras caminar unos metros no toparse con alguno
de los 500.000 contenedores azules o amarillos repartidos por toda la geografía
del país. Incluso en los pueblos más pequeños. De hecho, la cobertura alcanza
al 99% de la población. Con la infraestructura necesaria, solo falta la
concienciación. Y ahí, España también alcanza buenos números. El 84% de los
españoles aseguran separar todos los envases, lo que contrasta con el 25% que
lo hacía en 1998. Esta sensibilización permite que en España se reciclen el 68%
de los envases, lo que supone 13 puntos más de lo exigido por la UE.
¿Qué se debe reciclar?
Una de los objetivos de
Ecoembes es mejorar la calidad del reciclaje . Es decir, lograr que cada
producto se deposite en el contenedor adecuado. Y los mayores errores se
producen en el contenedor amarillo, donde los residuos van más allá de los
plásticos. Estos son los productos que deben reciclarse en ese recipiente:
latas de bebidas (cerveza, refrescos), latas de conservas (vegetales, cárnicas,
de pescado, comida para animales domésticos.), aerosoles (desodorante, laca,
limpiadores de cocina). También, briks de leche, nata, batidos o zumos, y
envases de plástico para alimentación como botellas de agua, envases de
productos lácteos (yogures, flan mantequilla) o bolsas de plástico para
alimentos.
Aumento espectacular
«El camino recorrido ha
sido espectacular. Pasamos de reciclar un 5,5% en 1998 a casi el 70%», explica
Antonio Barrón, director de comunicación de Ecoembes, la empresa sin ánimo de
lucro encargada de la gestión, recuperación y reciclaje del contenedor amarillo
y azul. Esta organización está conformada por más de 12.000 empresas que
representan el 90% de los envases domésticos en el mercado.
«La gente ignora que con
60 botellas de agua se puede hacer un forro polar», asegura Barrón. Pero ¿cómo
se produce esa transformación? El proceso de reciclaje comienza con la llegada
de los residuos a una de las 94 plantas de selección como la de Salto Negro en
Las Palmas de Gran Canaria. A primera vista puede dar la sensación de acceder a
un vertedero con los montones de basura apilados por el recinto. Sin embargo,
no hay malos olores por la ausencia de materiales orgánicos. Lo que sí hay es
mucho ruido producido por la maquinaria de clasificación.
El objetivo principal es
dividir los envases según el material (aluminio, bricks o plásticos) y también
el tamaño. En esta planta trabajan 35 personas, que clasifican 3.000 kilos de
residuos por hora. La media de impropios, es decir, de productos mal
depositados en el contenedor, está alrededor de un 30%, sobre todo, juguetes.
Aunque lo que más quebraderos de cabeza da a Higinio Rodríguez, responsable de
la planta, son las cintas de VHS o casette, objetos que la gente cada vez tira
más y pueden ocasionar un importante imprevisto. «El rollo de cinta atasca las
máquinas», afirma.
El tromer
Uno de los protagonistas
de la planta es el tromer, una cilindro con aberturas por donde caen los
envases en función de tamaño. Esta máquina divide los deshechos en menos de 0,5
litros, de 0,5 a 5 litros y de más de 5 litros. Cada uno de ellos avanza por
unas cintas transportadoras donde un imán retira el aluminio y acero.
Pero para lograr la transmutación,
la acción se traslada a una planta de reciclaje. En Plascán recogen todo el
plástico de las islas. Como si de una fábrica de montaje se tratara, esos
envases se trituran y descomponen en grazma, pequeñas bolitas de plástico que
se transforman en bolsas de basura totalmente recicladas. Sin embargo la gran
especialidad es la creación de escamas que venden a terceras empresas para
elaborar poliéster, material con el que se fabrican las camisas o los forros
polares. También pueden elaborar productos alimentarios como envases de frutas
o yogures. Productos que una vez consumidos, pueden volver a la cadena, es
decir, al ciclo de reciclaje.
Fuente: El Norte de
Castilla