El ex
presidente brasileño Lula Da Silva dice a GDA que el relevo de poder no debe
ser sólo de personas, sino de sectores sociales
Foto lula
castro
Buenos Aires,
Argentina, 25 de octubre del 2012.- Luiz Inacio
Lula da Silva no se siente muy a gusto con el traje de ex presidente de Brasil.
Consciente de que casi tres años después de haber dejado el cargo sigue siendo
una de las voces más escuchada de América latina, habla con la convicción de un
hombre que todavía puede darles algunas lecciones a sus viejos aliados.
Pese a que siente una debilidad
irrefrenable por sus compañeros de ruta, no anda con vueltas. De visita en
Argentina, elogió, como de costumbre, a los presidentes venezolano, Hugo
Chávez; boliviano, Evo Morales, y argentina, Cristina Kirchner. Pero, sorpresivamente,
marcó las diferencias de su gobierno en temas sensibles como la relación con
los medios, la inflación y la reelección indefinida. “La democracia es un
ejercicio de alternancia de poder”, disparó Lula durante la entrevista. “La
inflación es una desgracia para cualquier país, y sobre todo para los
trabajadores”, añadió.
Desde la crisis, mucho se habló sobre le
necesidad de un nuevo orden mundial y usted tuvo su lucha personal para obtener
un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. ¿Qué falta para
lograrlo?
La reforma que queremos hacer en las
instituciones multilaterales no depende de la crisis. La crisis sólo agudizó
ese debate. Brasil hace por lo menos 15 años que lucha para que la ONU tenga
una representación del mundo geográfico y político correspondiente al siglo XXI
y no a 1948.
¿Eso está cerca de suceder?
Ya hemos tenido una discusión más acalorada
a nivel internacional. Por momentos parece que estamos llegando al final del
debate y de pronto volvemos al punto de partida. El FMI (Fondo Monetario Internacional)
tiene que ser reformado para que pueda funcionar como un banco que pueda ayudar
a países en crisis y no como un banco para hacer presión en los países pobres.
En las crisis actuales, el FMI no sabe qué hacer, ¡nadie ni siquiera quiere
escuchar al FMI!
En cuanto a Venezuela, usted apoyó
abiertamente la reelección de Hugo Chávez...
No, no, no... [ríe]
Dijo que la victoria de Chávez era su
victoria...
Lo dije en un encuentro internacional que
es el Foro de San Pablo, no lo dije para la campaña electoral.
De acuerdo, pero usted estaba a favor de la
reelección. ¿Cree que es bueno para la democracia que una misma persona esté 20
años en el poder?
Yo le puedo contar mi experiencia. En 1978
me reeligieron presidente de mi sindicato. A la semana de asumir convoqué a una
asamb lea y decidí que ningún presidente del sindicato podría ser presidente
más de dos veces.
Cuando era presidente de la República y
tenía el 87% de aprobación, prohibí que mi partido presentara cualquier tipo de
enmienda proponiendo mi [segunda] reelección.
¿Por qué? Porque me parece que la
democracia es un ejercicio de alternancia de poder, no sólo de personas, sino
de sectores de la sociedad.
Pero si la alternancia es buena ¿por qué
entonces estuvo a favor de la reelección de Chávez?
Yo no tengo incidencia en la política de
Venezuela. Había una elección en Venezuela, donde dos personas se presentaron,
y yo creía que Chávez sería mejor para Venezuela. Creo también que el compañero
Chávez debe empezar a preparar su sucesión.
Las políticas económicas y sociales de
Chávez son muy distintas de las que usted impuso en Brasil. La exitosa lucha de
su gobierno contra la pobreza no tiene un correlato en la Venezuela de Chávez.
¿Por qué entonces piensa que Chávez era mejor que (el opositor, Henrique) Capriles?
Es necesario analizar Venezuela no en
comparación con Brasil o Argentina, ni con Europa. Hay que analizar la
Venezuela de Chávez en comparación con la Venezuela antes de Chávez. Y mejoró
mucho Venezuela, el pueblo pobre ha ganado dignidad. América del Sur ganó mucho
con Chávez. Venezuela empezó a mirar a América Latina, y por eso defendí el
ingreso de Venezuela en el Mercosur.
Chávez también tiene que ver con la
evolución de América del Sur. Si usted ve lo que era América del Sur en 2002 y
lo que es hoy, avanzamos muchísimo. Lo que pasó con la llegada de [Néstor]
Kirchner (en Argentina), con mi llegada, con la llegada de Chávez, de Evo
Morales, fue que las personas empezaron a percibir que nos respetábamos.
Usted siempre fue muy crítico de la prensa
de su país, pero nunca llevó adelante una ofensiva contra los medios como
ocurre en Argentina y Venezuela...
Necesito tomar un café [bromea]. Nunca tuve
la prensa a mi favor, y no por eso dejé de ser el presidente con la mayor
aprobación de mi país. Me parece que debemos creer en la sabiduría de los
lectores. Cuando la prensa está exageradamente en contra, entonces nadie le
cree. De la misma forma que nadie le cree cuando está exageradamente a favor.
El equilibrio es lo que da credibilidad.
¿Esta ofensiva contra la prensa puede ser
incluso contraproducente para los gobiernos?
Cada país vive su propia realidad y hay que
respetarla. Esa pelea existe en Argentina, en Venezuela, en México. Y en Brasil
vamos a empezar una discusión con la sociedad para saber qué es lo más
importante para que los medios sean cada vez más retransmisores de
conocimiento, cada vez más libres y sin injerencia del gobierno. Yo aprendí a
no andar reclamando y decir que la prensa es culpable de todo.
¿Cree que en Brasil sería posible aplicar
medidas polémicas como el cepo cambiario?
Brasil en otros momentos debe haber hecho
cosas que Argentina no hizo. Argentina ahora está haciendo cosas que Brasil no
está haciendo. Hay una preocupación por preservar dólares en Argentina, no
permitir un déficit comercial muy fuerte. Puede ser una toma de posición de un
momento de la economía. Quienes saben de los problemas de la economía argentina
son las personas que lidian con la economía argentina.
¿Qué futuro le ve al Mercosur?
Tenemos que construir lo que sea bueno para
Argentina y Brasil. Recuerdo que hace no mucho tiempo celebramos reuniones
donde muchos decían que el Mercosur ya no interesaba y que había que
implementar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Hoy, ni el
gobierno norteamericano habla del ALCA. Un país como Uruguay, que es un país
pequeño, pero de una nobleza política extraordinaria, hace cuatro años se
quejaba del Mercosur. Hoy, tengo la certeza de que ni siquiera piensan en
hablar contra el Mercosur.
En Paraguay deben pensar distinto. ¿Fue
correcta su suspensión (del Mercosur)?
Sí, no se puede permitir que la política se
haga de esa manera.
¿Independientemente de que la destitución
del presidente Fernando Lugo haya sido sin alterar el orden constitucional?
Sinceramente creo que si no se respeta la
voluntad popular que elige a las personas la democracia se debilita.
¿Hace alguna autocrítica sobre el caso del
“mensalao” (los sobornos que involucran a miembros del PT en Brasil)?
Un ex presidente no puede estar opinando
sobre lo que está haciendo la Corte. Vamos a esperar a que termine el proceso.
¿Teme que usted también pueda ser juzgado
por este caso?
Yo ya fui juzgado. La elección de Dilma fue
un juicio extraordinario. Para un presidente con ocho años de mandato, terminar
con 87% de aprobación es un tremendo juicio. No me preocupo para nada.
¿Lo inquieta la desaceleración económica de
Brasil?
Hay una desaceleración promovida por el
gobierno. Obviamente hay problemas con la crisis, pero sucede que en 2010
nosotros crecimos demasiado, el consumo era exageradamente alto y había que...
controlar la inflación. Ahora la inflación está controlada, y el próximo año
Brasil volverá a crecer más o menos 4.5%.
¿Volvería a ser presidente?
Eso no se discute en Brasil, porque creo
que es un derecho de la presidenta ser candidata a la reelección.
¿No lo descarta más adelante?
Un político nunca puede descartarlo. El
problema es que cada vez que me hacen esa pregunta... Si yo digo que no lo
descarto, la prensa dice: “Lula admite que va a ser candidato”. Si yo digo lo
contrario, dicen “Lula nunca más va a ser presidente”. Yo soy un político, y
creo que ya cumplí mi parte. Hoy, el principal legado que dejamos es la
relación entre el Estado y la sociedad. Las principales políticas de mi
gobierno fueron decididas en plenarios. Quería probarme a mí mismo que un
gobernante nunca, en hipótesis alguna, debe tenerle miedo a conversar con la
sociedad.
Usted se recuperó de una grave enfermedad.
¿En qué lo cambió?
Creo que he salido de este cáncer más
humanista, con una comprensión mayor del papel de nuestro pasaje por la Tierra.
No somos nada. Estamos obligados por nuestra insignificancia a ser buenos, a
hacer el bien, a tratar bien a las personas... Pienso que maduré. La fragilidad
de la enfermedad te permite hacer reflexiones que uno normalmente no hacía
antes, y creo que hoy soy un hombre más sensato y con más ganas de trabajar.
Fuente: El Universal