Atenas, Grecia,
25 de octubre del 2012.- Grecia trató este jueves
de disipar la confusión en torno al avance de sus negociaciones con sus
acreedores internacionales al insistir en su determinación en aplicar las
medidas de austeridad que éstos reclaman, a pesar de las disensiones en el seno
de la alianza gubernamental.
Este nuevo plan de ajuste y de reformas que
está siendo negociando desde hace cuatro meses con la 'troika' de acreedores
del país (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional)
"por supuesto" que será presentado al Parlamento la semana que viene,
afirmó el ministro de Finanzas griego, Yannis Stournaras, al salir de una
reunión con el primer ministro conservador, Antonis Samaras.
Ingresado poco antes durante la mañana en
el hospital por culpa de "un virus y el agotamiento", Stournaras
trataba así de disipar la confusión que provocó él mismo la víspera al anunciar
de forma prematura haber cerrado un acuerdo con la 'troika', algo que la UE y
el FMI desmintieron.
"No disponemos de margen de
maniobra" para retrasar más la adopción del plan, centrado en recortes
presupuestarios de 13.500 millones y del que depende la reanudación de la
entrega de préstamos de la 'troika' prometidos al país, que se quedará sin
dinero el 16 de noviembre, insistió Stournaras.
Samaras dio como consigna al alto
funcionario (que participará en una reunión preparatoria de los responsables de
la zona euro en Bruselas el jueves por la noche) decir que "el gobierno va
hacia delante", añadió Stournaras, aunque no quiso comentar la
discordancia de la víspera.
Una fuente del ministerio de Finanzas había
reconocido poco tiempo antes, cuando fue preguntado sobre el anuncio
ministerial ante el parlamento de una luz verde de los acreedores a un plazo
adicional de dos años reclamados por Grecia para lograr su ajuste
presupuestario, que no se había cerrado un acuerdo formal.
La Comisión Europea y el Fondo Monetario
Internacional negaron el miércoles la afirmación del ministro de que se hubiera
logrado un acuerdo, aunque apuntaron a avances en las conversaciones.
"No hemos recibido formalmente el
aplazamiento pero todos los guiones con los que trabajamos con la troika son de
cuatro años", aplazando a 2016, en vez de 2014, el fin del programa,
indicó la misma fuente a la AFP.
Según Stournaras, la mayor batalla actual
es interna, debido a la oposición del pequeño partido de izquierda Dimar, socio
de la coalición gubernamental, a las medidas de flexibilización del mercado
laboral incluidas en el nuevo plan de ajuste.
El Dimar, que debía celebrar una reunión de
crisis durante la tarde para decidir si mantiene su amenaza de no votar estas
medidas, debe pronunciarse "cuanto antes porque es la única espina que
queda para que logremos el acuerdo", indicó Stournaras.
"No estaría bien que uno de los
partidos (de la coalición) no participe en este acuerdo", insistió, dando
así a entender que los otros dos componentes del ejecutivo, conservadores y
socialistas, estaban dispuestos a seguir adelante solos.
Para que se adopte el texto, el Gobierno
necesita la mayoría de los diputados presentes, con un mínimo de 120 diputados
(sobre 300), o de la mayoría absoluta de 151 escaños en caso de voto de
confianza.
De momento, el Ejecutivo liderado por el
conservador Antonis Samaras dispone teóricamente de 176 votos (127 escaños de
la Nueva Democracia, 33 del Pasok socialista y 16 de Dimar) y podría prescindir
del apoyo de Dimar, pero al precio de una pérdida de legitimidad, cuando las
medidas que suman recortes de los salarios y pensiones y alza de los impuesto
han reactivado la protesta social.
En el bando socialista, algunas voces se
elevan también en contra de algunos aspectos del nuevo ajuste, incluidas las
numerosas privatizaciones previstas. Stournaras debía entrevistarse a última
hora de la tarde con los representantes del Pasok.
El ministro de Trabajo, Ioannis Droutsis,
defendió por su parte las medidas y estimó que la parte griega había salvado lo
que podía tras una "ardua negociación".
Fuente: AFP