El país vive un auge en la fabricación de bienes de exportación y roba
terreno al gigante asiático; grandes multinacionales como Siemens y Chrysler
invierten en el sector manufacturero mexicano.
Financial Times — En la
fábrica de equipo de alto voltaje de Siemens a casi dos horas en auto desde la
Ciudad de México, los trabajadores se desplazan sobre un piso pulido,
ensamblando y probando piezas de disyuntores para su uso en subestaciones
eléctricas.
Hasta hace unos meses,
las 160 partes de estos enormes dispositivos, con polos salientes que les dan
la apariencia de un objeto de utilería para un taller de Frankensteins, eran
ensambladas en India o China.
Pero hoy, el ensamblaje
se lleva a cabo en México. Para marzo del próximo año, la mayoría de las 160
piezas, que en la actualidad provienen de Alemania y Asia, serán producidas
allí también. La compañía también ha elegido a México como la sede de un nuevo
proyecto de supresores de sobretensión en lugar de invertir para aumentar la
producción en China.
"Nos estamos
moviendo hacia los centros locales", explica Claude Steffen Raab, gerente
general de la división de alto voltaje de la compañía alemana en México.
"La idea es responder más rápidamente a cada uno de nuestros
mercados".
El cambio en la
producción de Siemens es parte de una poco publicitada revolución de la
fabricación en México que está teniendo
lugar en una amplia gama de industrias desde automóviles y aeronaves hasta
refrigeradores y computadoras. Por primera vez en una década, la segunda mayor
economía de América Latina se ha convertido en un creíble competidor de China.
Durante el primer
semestre de este año, México representó el 14.2% de las importaciones de
productos manufacturados en Estados Unidos, el importador más grande del mundo.
En 2005, la participación de México era de sólo 11%. Sorprendentemente, China,
que obtuvo enormes trozos del mercado de importaciones de Estados Unidos
durante hace muchos años, ha comenzado a perder terreno. De un máximo de 29.3%
del total registrado a finales de 2009, ha caído ahora a 26.4%.
Mientras gana una mayor
tajada del mercado de Estados Unidos, México ha diversificado sus clientes.
Hace una década, aproximadamente el 90% de las exportaciones del país eran
dirigidas a Estados Unidos. El año pasado, esa cifra se redujo a menos del 80%.
Al parecer, súbitamente México se ha convertido en el centro de fabricación
preferido de empresas multinacionales que buscan suplir al continente americano
y más allá. Actualmente, México exporta más productos manufacturados que el
resto de América Latina en conjunto.
El resultado de este
cambio a menudo puede parecer contrario a la lógica. Chrysler, por ejemplo,
está utilizando a México como base para fabricar algunos de sus 500s de Fiat
para el mercado chino. El año pasado, durante la inauguración de la inversión
por 500 millones de dólares de la compañía estadounidense en México, Felipe
Calderón, el presidente del país, dijo a la nación: "Creo que es la
primera vez que un vehículo mexicano, por lo menos en los últimos tiempos, va a
ser exportado a China... pensamos que
siempre iba a ser al revés".
Sin embargo, la
automotriz estadounidense no está sola. Audi, el fabricante de automóviles
alemán, está decidiendo si quiere utilizar una fábrica en México para fabricar
los kits para autos Q5 que son ensamblados en China para abastecer su mercado
interno.
La recién descubierta
competitividad de México se ha vuelto tan clara que Marco Oviedo, de Barclays
concluye: "Después de rezagarse frente a las exportaciones manufactureras
chinas durante una década, México tomó la iniciativa después de 2008-2009.
Creemos que este cambio probablemente será estructural y persistente".
Si nos remontamos al
principio de este siglo, nada de esto parecía posible. En aquel entonces,
mientras China irrumpía en la escena mundial tras su adhesión a la Organización
Mundial del Comercio (OMS) en 2001, México parecía estar en serios problemas.
Para la mayoría del resto
de América Latina, China era un voraz consumidor de materias primas agrícolas y
minerales. En contraste, México veía a China como un competidor imparable que
producía exactamente el mismo tipo de productos manufacturados baratos a una
pequeña fracción del costo.
Dentro de ese contexto,
no es de extrañar que México fuera el último miembro de la OMC en votar por la
adhesión de China; un voto que otorgó solamente después de una negociación
larga y amarga.
Sin embargo, varios
cambios importantes que han tenido lugar desde entonces han mejorado las
ventajas comparativas de México, dándole un papel nuevo y dinámico como
fabricante global. El primero es que México ha adoptado la apertura comercial
como pocos países del mundo.
Sus acuerdos de libre
comercio con 44 países -más del doble que China y cuatro veces más que Brasil-
le han dado a las compañías con sede en México la capacidad de obtener partes e
insumos de una amplia gama de países, a menudo sin pagar aranceles.
En parte como resultado
de ello, la suma de las importaciones y exportaciones de México como porcentaje
de su producto interno bruto, un fuerte indicador de apertura, se elevó a 58.6%
en 2010. En el caso de China, fue del 47.9%, y sólo 18.5% en el caso de Brasil.
HSBC en la Ciudad de México estimó recientemente que la cifra para México
podría aumentar hasta 69% este año.
También hay una mayor
confianza inspirada por los acuerdos, en particular por el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés) de1994,
que liga a México con Estados Unidos y Canadá. "El TLCAN crea un estado de
derecho, que no es percibido como un concepto particularmente mexicano... te
obliga a hacer lo que es correcto, y a hacerlo para siempre", dice Luis de
la Calle, economista y experto en comercio que ayudó a negociar el TLCAN para
México.
Para probar el punto, De
la Calle ideó un índice poco ortodoxo basado en cuántas letras alfabéticas de
un determinado país aparecen en el reporte anual de barreras a las
exportaciones e inversiones estadounidenses del Representante Comercial de
Estados Unidos dividido entre las exportaciones estadounidenses a ese mismo
país. El año pasado, de entre una lista de 22 países, México venció a Canadá
para obtener el primer puesto de los países con mejor comportamiento. Pakistán
fue el peor infractor y China fue el décimo peor.
Por supuesto, México no
está exento de problemas. Si bien el país está avanzando en sus esfuerzos por
diversificarse, todavía depende mucho de los altibajos en Estados Unidos.
Pero quizás la
preocupación más alarmante de los inversores extranjeros y de la población en
general es el deterioro de la seguridad.
La tasa de homicidios
casi se ha triplicado a cerca de 22 por cada 100,000 habitantes, desde poco más
de ocho cuando Calderón declaró una ofensiva frontal contra los cárteles de la
droga del país a finales de 2006. La guerra, que ha cobrado al menos 55,000
vidas en los últimos seis años, ha dominado los titulares acerca de México en
reportes de prensa que relatan un flujo aparentemente interminable de historias
de horror que implican decapitaciones, secuestros y masacres.
Este año, este problema
también impulsó al Departamento de Estado de Estados Unidos a emitir una
advertencia de viaje recomendando a los ciudadanos estadounidenses que
pospusieran sus "viajes no esenciales" a muchas áreas de México, y advirtiendo
que casi la mitad de los 31 estados del país son tan peligrosos que los
viajeros deben evitarlos si les es posible.
Hasta ahora, la violencia
ha tenido poco impacto en las multinacionales, que generalmente operan en
seguros parques industriales alrededor del país. Sin embargo, no hay garantías
de que el crimen organizado no empiece a tratar de extorsionar a las grandes
empresas extranjeras en el futuro; del mismo modo en que lo han venido haciendo
con las pequeñas empresas nacionales.
Hasta que eso ocurra, las
empresas extranjeras seguirán favoreciendo a México; en parte porque China no
ha resultado ser el nirvana de la manufactura que alguna vez pareció ser.
Aunque los ejecutivos se han quejado durante mucho tiempo de la excesiva
burocracia y la amenaza a la propiedad intelectual allí, estaban dispuestos a
equilibrar los riesgos ante la barata mano de obra y transporte.
Pero el aumento de los
salarios y de los precios de los combustibles han hecho cada vez más caro
exportar desde China al mercado estadounidense. Todo lo cual beneficia a
México. En 2009, México superó a Corea del Sur y a China para convertirse en el
primer productor mundial de televisores de pantalla plana. Entre más voluminoso
sea el producto, tiene más sentido importarlo desde México. Según el Global
Trade Atlas, el país también es el principal fabricante de refrigeradores de
dos puertas.
Gracias a una frontera de
3,200 kilómetros con Estados Unidos, y extensos vínculos carreteros y
ferrocarrileros, no sólo es barato sino rápido y fácil enviar mercancías hacia
el norte. Los envíos de China a Estados Unidos suelen tardar entre 20 días y
dos meses. Desde México, toman una semana como máximo y usualmente sólo dos
días.
Para muchas industrias
que operan en el entorno actual creciente en costos, lo 'Hecho en México' se
está convirtiendo en una seria consideración en sus intentos por acortar las
cadenas de suministro, lo que potencialmente les permitiría reducir los costos
porque los tiempos más rápidos de entrega significan que pueden reducir al
mínimo la cantidad de dinero invertido en los inventarios. Como Bruno Ferrari,
el ministro de Economía de México, dijo al Financial Times hace poco: "La
cercanía que México ofrece a la industria permite a las empresas reducir sus
costos de financiamiento".
El aumento de los costos
laborales en China ha ofrecido a México una oportunidad adicional. Según HSBC,
los salarios mexicanos eran 391% superiores a los de China hace una década. Hoy
en día, son sólo 29% más altos. Los expertos predicen que los salarios chinos
incluso superarán a los de México en cinco años.
De la Calle argumenta que
los factores demográficos están detrás de esto, mientras que China está
experimentando una contracción en su población en edad laboral.
Por el contrario, de los
más de los 112 millones de habitantes mexicanos, la mitad tiene menos de 29
años, así que habrá una abundancia de mano de obra barata por lo menos hasta
2028. "En este momento, tienes que mirar a México y concluir que tiene las
mejores características demográficas en el mundo", dice De la Calle.
Al mismo tiempo, la
abundante población trabajadora de México se está volviendo cada vez más
especializada. Según la Unesco, el número de ingenieros, arquitectos y otros en
disciplinas relacionadas con la fabricación graduados de universidades
mexicanas ha aumentado de casi 0.4 por cada 1,000 habitantes en 1999 a más de
0.8 en la actualidad. Para establecer eso en un contexto regional, la cifra
para Estados Unidos en el mismo período se ha mantenido prácticamente plana en
0.6 por cada 1,000.
Los trabajadores
calificados están proporcionando un entorno cada vez más atractivo para las
empresas de alta tecnología -en los últimos años, México se ha convertido en
líder mundial en la producción de computadoras y teléfonos móviles- , así como
para las empresas automotrices, casi todas los cuales están empleando
ingenieros mexicanos para diseñar partes.
Nada de esto significa
que México vaya a reemplazar a China como la primera opción del mundo para la
manufactura. Con una participación de una cuarta de las importaciones totales
de Estados Unidos, el coloso asiático supera a México en términos de volumen.
También cuenta con
cadenas de suministro más profundas que México. En Ciudad Juárez, un centro de
manufactura importante en la frontera de Texas con Querétaro, en el centro de
México, las empresas internacionales afirman que tienen problemas para encontrar
proveedores locales de piezas y empaques.
Siemens, por su parte,
indica que ha estado tratando de ubicar su fundición de aluminio sellado en
México, pero sigue utilizando principalmente a proveedores con sede en Europa,
debido a la dificultad para encontrar socios locales.
Pero, desde lo que
parecía un futuro oscuro hace poco más de una década, México ha avanzado hacia
una posición que, por ahora, ha hecho que los próximos años luzcan muy
brillantes.
Como De la Calle dice:
"Las cosas están bien y se va a poner aún mejor".
Aeroespacial: El rápido
ascenso de un sector exportador de alta tecnología
En lo que alguna vez fue
una solitaria franja de matorrales en el aeropuerto de Querétaro, México está
presenciando el nacimiento de una industria aeroespacial multimillonaria que
apenas existía hace una década.
Bombardier, el grupo
aeroespacial canadiense, ahora tiene cuatro plantas en el estado en el centro
de México. Gracias a una inversión de más de 450 millones de dólares desde
2005, está produciendo fuselajes para su aeronave Global Express, así como
componentes y estructuras compuestas para su Learjet 85. Eventualmente, dicen
los ejecutivos, la idea es construir un avión completo en México.
El crecimiento del sector
es sorprendente. De acuerdo con la Federación Mexicana de la Industria
Aeroespacial (FEMIA), las exportaciones del año pasado ascendieron a 4,300
millones de dólares, 26% más que en 2010. En la actualidad hay más de 260
empresas aeroespaciales nacionales e internacionales en el país, con una inversión
de más de 17,000 millones de dólares, en comparación con prácticamente cero
hace una década.
"Se ha convertido en
un sector estratégico en el paisaje industrial de México", dice Carlos
Bello, director general de FEMIA. Bello, cuya federación fue fundada en 2007,
dice que el objetivo es aumentar las exportaciones a 12,000 millones de dólares
en 2020, y superar a Brasil para convertirse en el centro aeroespacial más
importante de Latinoamérica.
Al igual que muchas de
las industrias de manufactura orientadas a la exportación del país, el sector
aeroespacial aprovecha el hecho de que México es vecino de la mayor economía
del mundo, y tiene un acuerdo de libre comercio con Canadá y Estados Unidos en
la forma del TLCAN.
También está en la misma
zona horaria. "La gente subestima lo importante que eso es", dice
Bello. "Desde un punto de vista logístico, hace las cosas mucho más
fáciles".
Pero FEMIA, junto con los
gobiernos estatales de México, también ha trabajado para asegurar que una
fuerza laboral adecuada esté disponible. En Querétaro y los norteños estados
fronterizos de Baja California, Sonora, Chihuahua y Nuevo León, donde los
principales centros aeroespaciales se han formado, los gobiernos locales han
construido puentes entre la industria y las instituciones académicas para
adaptar la educación y la formación especializada a las necesidades de las
empresas. Miles de los 32,000 empleados de la industria han cursado diplomados
y licenciaturas para convertirse en operadores, técnicos e ingenieros
aeroespaciales.
Bello dice:
"Construimos un programa que se inició con la pregunta: '¿Qué fuerza de
trabajo quieren para 2014, y cuánta gente necesitan?' Ha funcionado muy
bien".
Fuente: CNN Expansión 21
de septiembre del 2012