Sao Paulo
Brasil, 12 de septiembre del 2012.- El presidente
electo de México, Enrique Peña Nieto, aterrizará la próxima semana en Brasil
dispuesto a pasar la página de una reciente crisis comercial entre las dos
mayores economías de América Latina.
Pero aunque su encuentro con la presidenta
Dilma Rousseff se refleje en más comercio e inversiones, resucitar las
truncadas negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) parece
improbable mientras no cicatricen las heridas abiertas por una reciente disputa
por el comercio bilateral de autos.
En un rebrote de proteccionismo, Brasil
impuso a comienzos de este año a México la suspensión temporal de un acuerdo de
libre comercio de autos que debía servir de preámbulo para un futuro TLC, lo
que enfrió las relaciones.
Eso sólo empeoró el temor de la
agroindustria mexicana a la liberalización del comercio.
Tras la victoria electoral de Peña Nieto,
Rousseff rompió el hielo al levantar el teléfono para felicitarlo.
"Le expresó que queremos retomar las relaciones
con México y darles mayor consistencia", dijo a Reuters el asesor de
asuntos internacionales de Rousseff, Marco Aurelio García, que participó en la
llamada.
Consultado si la presidenta había invitado
a Peña a reanudar las conversaciones para un TLC, García dijo: "Hay un
camino muy grande a ser explorado dentro de los marcos actuales".
Del otro lado de la línea, cautela.
"Hay la invitación y la intención de
ampliar las relaciones estratégicas", dijo a Reuters Emilio Lozoya, asesor
de asuntos internacionales de Peña Nieto durante la campaña y barajado como
posible futuro secretario de Relaciones Exteriores.
"Los detalles de si sería un TLC o
acuerdos sectoriales están por verse, pero el principio de nuestro lado es que
debemos explotar la complementariedad de nuestras economías", añadió.
Brasil y México llevan más de 15 años
jugueteando con un elusivo TLC. Las negociaciones naufragaron antes en el 1997
por reservas de Brasil y nuevamente en el 2010 por dudas de México.
Pero pese a todos los intentos fallidos, la
idea de eliminar las barreras comerciales entre las dos mayores economías de
América Latina no pasa de moda.
Los actuales problemas con sus socios de la
unión aduanera sudamericana Mercosur y el frenazo de su economía renovaron el
interés de Brasil por México. Es contra ese telón de fondo que Rousseff
recibirá a Peña Nieto el 20 de septiembre en Brasilia, en lo que García llamó
"un encuentro de conocimiento".
Pero todo dependerá de si hay o no
"buena voluntad", indicó Lozoya, echando mano a una expresión muy
usada por diplomáticos y empresarios mexicanos tras el fiasco del acuerdo
automotor.
ETERNOS DESENCUENTROS
Welber Barral, un ex secretario de comercio
exterior brasileño que encabezó en el pasado las negociaciones del TLC, viajó
ocho veces a México en el 2010 para negociar un acuerdo que, recuerda, parecía
al alcance de la mano.
"Era un acuerdo ambicioso", dijo
durante un reciente foro de inversiones en Sao Paulo. "Más comprensivo
inclusive que el que tenemos con el Mercosur. No abordaba sólo acceso a
mercado, sino reglas aduaneras, reglas sobre servicios e inversiones".
Hoy Barral es más prudente: "Una
negociación Brasil-México va a ser muy lenta", comentó.
Un TLC podría tener un impacto
significativo sobre los 9,000 millones de dólares negociados entre ambas
naciones en el 2011, que representan menos de un 2 por ciento del comercio
total de cualquiera de los dos países.
México podría reducir su dependencia a los
ciclos de la economía de Estados Unidos y Brasil ganaría acceso a un mercado de
115 millones de habitantes para sus productos básicos.
El sector privado brasileño dice estar
listo.
"El temor a que Brasil derrumbe el
mercado mexicano es infundado", dijo Ricardo Santin, director de mercados
de Unión Brasileña de Avicultura, la mayor industria de pollos del mundo que no
logra colocar ni un solo muslo en México.
"Si este es el momento o no es una
valoración de los mexicanos. Por nuestra parte estamos listos para empezar a
negociar", añadió.
Pero los empresarios brasileños saben que
será complicado, sobre todo después de la imposición este año de cuotas a las
importaciones de autos mexicanos, que dispararon el déficit comercial con ese
país a 1.170 millones de dólares en el 2011.
El Ministerio de Comercio Exterior, a sólo
unas cuadras de su palacio presidencial de Planalto en Brasilia, aún no recibió
instrucciones de reactivar las negociaciones, según una fuente.
Una forma de aproximarse sería mediante
acuerdos sectoriales en siderurgia, petroquímica o alimentos. Otra sería
aprovechar el interés de Peña Nieto por replicar el modelo de la petrolera
brasileña Petrobras para darle más independencia a la estatal Pemex .
"Hay espacio de cooperación. México es
un país con el que nos interesa tener una relación más estrecha", dijo
García, el asesor de Rousseff.
MEXICO EN ALZA
Otro obstáculo para negociar un TLC en este
momento es el desbalance en el ciclo de ambas economías.
Brasil, con su crecimiento encallado,
tendría mucho que ganar con el acceso irrestricto a México. Pero el atractivo
podría ser menor para México, con una economía que se está despertando ayudada
ahora por una recuperación en Estados Unidos.
Brasil y México perdieron el tren, dice
Jaime Zabludovsky, un negociador mexicano del TLC con Estados Unidos y Canadá
en la década de 1990.
La subida del real encareció las
exportaciones brasileñas y además Peña Nieto necesitará de todo su capital
político para convencer a los mexicanos de la conveniencia de negociar un
Acuerdo de Asociación Transpacífico con Estados Unidos y otros miembros APEC,
lo que implicaría abrir más aún su sector agrícola.
"Una negociación ambiciosa como la que
se estaba pensando entre México y Brasil en el corto plazo es muy complicada
(...) Lo que vimos en el acuerdo automotor, que era el campeón de la relación
bilateral, es nada más una muestra del tipo de dificultades que habría",
dijo Zabludovsky.
Además, las fortunas parecen estar cambiando.
México está atrayendo parte de los flujos que los inversores colocaban hasta
hace poco en la bolsa de Sao Paulo y Nomura cree que podría desplazar a Brasil
como la mayor economía de América Latina dentro de 10 años.
México ha invertido unos 26,000 millones de
dólares en Brasil, casi cinco veces más que el flujo de capital en el sentido
opuesto.
Millones de brasileños desayunan pan Bimbo,
hablan por celulares Claro del grupo América Móvil de Carlos Slim, usan
electrodomésticos Mabe y beben Coca-Cola embotelladora por Femsa.
Pero los empresarios mexicanos mantienen la
pelota en el piso.
"Lo que se puede hacer ahora es aprovechar la oportunidad para
renovar un diálogo que se había detenido por el impasse del acuerdo automotor.
Pero eso no quiere decir que van a haber pláticas para un tratado de libre
comercio. Nada de eso", dijo Eduardo Ragasol, presidente de la asociación
de empresarios mexicanos en Brasil.
Rubens Barbosa, un ex negociador brasileño
ante el Mercosur y actual asesor de comercio exterior de la poderosa Federación
de Industrias del Estado de Sao Paulo, pronostica más retórica que avances
concretos.
"Brasil y México están
desencontrándose hace muchos años".
Fuente: Reuters