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martes, 30 de octubre de 2012

Tecnología: reciclar, reutilizar, reducir



Sergio Bruni, presidente del. Instituto de Políticas Públicas de la UCR
Buenos Aires, Argentina, 29 de octubre del 2102.- En la sociedad actual, la utilización de instrumentos, artefactos, máquinas, herramientas, y dispositivos sustentados en la más novedosa tecnología, se ha convertido en algo habitual en la vida de las personas.

Teléfonos, fijos y celulares; televisores; computadoras, notebooks, netbooks y tablets; consolas de video juegos; sistemas de televisión abierta, satelital, de cable o por circuito cerrado; hornos microondas; heladeras; son algunos de los elementos que cotidianamente utilizamos. Pero en razón de caer en desuso, o por fallas, o simplemente por placer personal, solemos dejarlos de lado con suma facilidad, y, si tenemos la suerte de contar con los medios económicos suficientes, los sustituimos por otros “nuevos”, produciendo grandes cantidades de chatarra tecnológica.
Según un informe de la E.P.A (United States Environmental Protection Agency), en los EU el 1% de los residuos sólidos es basura electrónica. Bajo este concepto se designa a todos los desechos que la sociedad produce al consumir tecnología: equipos electrónicos, generalmente obsoletos que son reemplazados por otros más modernos, y que terminan en la basura. Pero aún más preocupante es que la mayoría de los consumidores de estos equipos desconoce (o no le preocupa) el hecho de que los mismos contengan elementos altamente tóxicos, que al entrar en contacto con el medio ambiente causan daños irreversibles.
Por ejemplo, el fósforo que recubre el interior de los tubos de rayos catódicos empleados en los TV o monitores; el plomo, mercurio y cadmio que contienen las placas electrónicas internas de una computadora, o las sustancias que se encuentran en cualquier batería. Todas ellas son altamente nocivas para el ser humano, que al desecharse pasan directamente al agua, contaminándola con sustancias que pueden llegar a ser mortales para la población.
Pero la trama es un poco más compleja, y no se agota en el destino final que le brindan los consumidores a estos productos potencialmente contaminantes.
Los fabricantes, por su parte, deberían evitar que sustancias toxicas integren sus productos, lo que a menudo resulta más costoso, por lo que esta opción es descartada de plano. La organización ambientalista Greenpeace acusó a Apple de utilizar componentes potencialmente tóxicos en el iPhone. Según se lee en la denuncia, algunas de las partes del iPhone contienen productos (como el bromo) que otras compañías han eliminado hace tiempo en la fabricación de sus celulares.
Otra problemática para nada menor es que, en algunas oportunidades, las naciones con un alto índice de desarrollo se “desentienden” de su basura tecnológica enviándola a los países en vías de desarrollo. Así, del 1% mencionado en el caso de EU, un gran porcentaje se transporta por mar a Asia, donde hombres, mujeres y niños se dedican a separar sus componentes para obtener unos gramos de cobre y plomo por poco menos de 20 pesos al día.
Es que una tonelada de restos de computadoras contiene más oro que 17 toneladas del mineral extraído de una mina, y las placas de circuito impreso son 40 veces más ricas en cobre que una mina de cobre. Sin embargo, extraerlos implica exponer a las personas que lo hacen a vapores de metales dañinos como plomo, mercurio y cadmio. La Unión Europea ha prohibido este tipo de práctica mediante la Directiva sobre Residuos de Equipamiento Eléctrico y Electrónico, por eso se buscan países con legislaciones blandas que lo permitan.
Por ello, se impone la necesidad de buscar una forma eficaz de realizar el reciclaje tecnológico. Y no es tan complicado. En el caso de las computadoras, por ejemplo, se pueden donar a instituciones educativas, quienes pueden darles uso aunque su tecnología sea algo más antigua. En caso de que su uso no sea posible, hay algunas experiencias que demuestran que aun pueden ser empleadas como materia prima para la creación de esculturas o hasta ladrillos para construir casas.
Existen organizaciones no gubernamentales que se dedican a recoger computadoras, a los que les instalan versiones de sistemas operativos donados por empresas como Microsoft. Luego, estos equipos que de otra manera hubiesen terminado en la basura son utilizados para la creación de aulas informáticas en hogares, asociaciones y centros de acogida que solicitan participar en proyectos para alfabetizar y enseñar sobre las tecnologías más innovadoras a nuevos usuarios de Internet. En España, por ejemplo, la Fundación Bip Bip en los últimos tres años, ha instalado 1930 aulas que han ayudado a 569.964 personas en riesgo de exclusión social a tener más oportunidades en la sociedad actual.
Existen algunos antecedentes de gran interés en nuestro país. Como las pilas o baterías desechadas, aumentan el riesgo de contaminación de las napas freáticas con residuos altamente tóxicos, una de las alternativas para su aprovechamiento es llevada a cabo en el municipio de Trenque Lauquen, en la provincia de Buenos Aires, donde se ha construido un anfiteatro al aire libre cuyas gradas están fabricadas con hormigón armado siendo su núcleo las pilas y baterías que los vecinos fueron alcanzando a los centros de reciclado durante varios meses. De esa manera, el mercurio y demás metales pesados se encuentran confinados en el hormigón y no representan un peligro para el agua potable de la ciudad.
Pero ¿qué podemos hacer desde los núcleos más básicos, esto es, desde nuestra familia para evitar generar cantidades innecesarias de chatarra tecnológica? El aporte puede parecer pequeño, pero constituye un gran paso hacia un importante y necesario cambio en los paradigmas más aferrados a nuestra cultura. Sería muy positivo, por ejemplo, comenzar a evitar la tentación de descartar un artefacto cada vez que sale una versión más nueva del mismo, lo que generalmente responde más a una campaña publicitaria, que a una real necesidad de las nuevas condiciones que éste provee. En todo caso, nunca debemos tirar a la basura los equipos electrónicos que ya no usaremos, si están en condiciones de funcionamiento, deberíamos donarlos a alguna institución que los haga llegar a quienes pueden sacarle provecho y si no funcionan cooperar con los programas de recolección y tratamiento de este tipo de residuos. Por otra parte, al adquirir algún artefacto nuevo, podemos elegir los que incorporan una batería recargable en lugar de pilas, y si no es posible, usarlo con pilas recargables, además de considerar con detalle la calidad del mismo, eligiendo siempre equipos más eficientes que puedan durarnos la mayor cantidad de tiempo.
Si bien es cierto que, muchas veces, se requiere de una logística compleja y costosa para realizar los procesos de reciclaje y reutilización de los artefactos tecnológicos, es necesario comenzar con el cambio y promover una verdadera política de estado acompañada de la inversión concreta y suficiente para llevarla a cabo.
En este sentido en la legislatura de la provincia se han presentado distintas iniciativas al respecto, podemos citar como ejemplo el sistema de reciclado de equipamiento informático y alfabetización digital en las escuelas rurales y urbano marginales de la provincia, de la Senadora Alejandra Naman. En el caso de quién suscribe, desarrollamos proyectos destinados al reciclado de residuos en general, como así también un programa específico dirigido al tratamiento de pilas y baterías.
El compromiso con el medio ambiente debe ser continuo y permanente, ya que como dice nuestra Constitución Nacional, “todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de la generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo”.
Es por ello que, además del deber y compromiso que como ciudadanos todos poseemos, el Estado no puede continuar posponiendo la necesidad de implementar estrategias destinadas al reciclaje, la reutilización y la reducción de los residuos, advirtiendo con especial atención lo que sucede en consecuencia de los distintos procesos de desarrollo técnico e industrial, teniendo en cuenta que nuestro planeta posee recursos naturales que no son renovables, y sobre los cuales debemos establecer políticas operativas, en el marco de procesos sustentables, que hagan viables las ecuaciones económico-financieras, pero que a su vez promuevan el desarrollo integral de las sociedades modernas, generando las condiciones ambientales que permitan gozar plenamente de este derecho.
Fuente: Andino
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