Ediciones anteriores

martes, 30 de octubre de 2012

Carta de un funcionario... policial



EDUARDO A. CARMONA  29/10/2012 | 12:35 h.
Llevo 30 años de servicio como funcionario. Tuve que aprobar unas oposiciones y aprender el “oficio” desde cero. Sin cursos ni profesores que me enseñaran a combatir el contrabando, básicamente de droga.
Trabajo en el Servicio de Vigilancia Aduanera, en la actualidad, dependiente del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales, inscrito en el organigrama de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT).

Y estoy hasta los cojones.
Sí, ya sé que es una expresión chabacana, muy del pueblo llano y malsonante para los delicados oídos de nuestros “representantes”. Pero, es la que mejor define el estado de ánimo de un ciudadano, retribuido y denostado por un Estado que ha alcanzado sus más altas cuotas de corrupción.
Cómo ciudadano preocupado por el devenir de nuestra nación, de nuestra patria, de nuestra historia (parece mentira, que me preocupe pronunciar estas palabras, para que no me tachen de fascista), intento mantenerme informado a través de internet, de las redes sociales, de la paupérrima TV y de diarios “independientes”, sobre la actualidad económica, política y social de nuestro país.
Y lo que leo, escucho y visiono, es simplemente... desolador.
Políticos hablando como loros amaestrados, con un “chip” en la espalda, sobre las bondades de sus medidas, en nombre de la credibilidad de España.
Tertulianos radiofónicos y televisivos, hablando como loros amaestrados, sobre los anteriores políticos.
Policías actuando cómo la guardia pretoriana de los primeros, repartiendo “estopa” contra ciudadanos indefensos, sin reflexionar ni un segundo acerca de que los próximos afectados serán ellos o sus familias.
Todo ello, en nombre de un ideal, bastardeado hasta límites inimaginables, cómo es LA DEMOCRACIA.
Y, sobre todo, acarreando un sentimiento de culpabilidad (por simple y pura cobardía), preguntándome – una y otra vez- …..¿y yo que estoy haciendo?.
Y, entonces, sólo en mi pequeña habitación de un piso de 90 metros cuadrados, lo único que se me ocurre, es desahogarme con esta carta.
¿Con qué fuerza moral, detengo a pequeños traficantes de hachís, que ni en sueños delinquen al nivel de “honrados ciudadanos” que desahucian, expropian, trafican y destruyen vidas, vestidos de Emidio Tucci, Burberrys o Ralph Lauren, con una sola pulsación de una tecla de ordenador?
¿Con qué fuerza moral, me juego la vida en una persecución nocturna a 40 nudos en la mar, cuando los verdaderos “traficantes” residen en despachos de caoba, sopesando la estrategia de comunicación de unas medidas inhumanas, que les proporcione rédito en votos, acciones, beneficios o primas?
¿Con qué fuerza moral, pago mis impuestos, para saber que (inmediatamente) serán destinados al mantenimiento de un sistema bancario, político y económico absolutamente insostenible y degradante?
Soy uno de los pocos afortunados que (aún) tiene una nómina mensual y un puesto de trabajo ¿fijo?, pero también uno de los muchos ciudadanos que se rebelan contra esta situación de impunidad, de desesperanza, de auténtico lodazal en que se ha convertido mi país.
¿Un grito en el desierto?....Seguramente, pero no olvidemos que una playa se compone de millones de granos, y que si éstos van desapareciendo, al final, sólo quedará un cúmulo de piedras inhóspitas y muy, muy peligrosas.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Fuente: Estrella Digital
Anúnciese aquí ante la comunidad del comercio exterior de habla hispana. Llame al 5526712879 de la Ciudad de México.