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jueves, 25 de octubre de 2012

Gendarmería ratificó el doble control para quienes regresan desde Chile



Darío Perellano, jefe del Escuadrón Principal de Punta de Vacas manifestó que están facultados para actuar en este sentido. Mendocinos contaron su tedioso periplo. Tras superar los trámites en Horcones, Gendarmería les volvió a revisar lo que compraron. En la Aduana cuestionan las facultades de los hombres de verde.
Punta de Vacas, Argentina, 24 de octubre del 2012.- Muchos mendocinos se vieron sorprendidos en estos últimos días porque después de haber pasado la aduana, en varios casos con mercadería comprada y declarada ante este cuerpo, luego tuvieron que enfrentar otro control, esta vez de Gendarmería.
Hubo muchos cuestionamiento por si a las fuerzas de seguridad les corresponde realizar esta tarea y fue de la misma Gendarmería que sostuvieron que sí.

Consultado por Diario UNO, el comandante principal, Darío Perellano, jefe del escuadrón de Punta de Vacas, manifestó que están facultados para actuar en este sentido”.
Señaló después que no se trataba de nuevos operativos, sino de los habituales –aunque los que siempre viajan a Chile no los hayan detectado anteriormente– y que el personal a su cargo tenía la tarea de “verificar que quienes proceden del vecino país hayan efectuado los trámites correspondientes (migratorios y aduaneros), corroborando si llevan mercadería no declarada o si pagaron el impuesto establecido para los bienes que se permite transportar desde otro país”.
Sobre los secuestros de mercadería que se produjeron el fin de semana, Perellano explicó: “Muchos sortean los controles aduaneros y esconden los productos que compran, por lo que se procede a revisarles el vehículo y retirarles la mercadería ilegal, que luego se remite con el acta que corresponde a la Aduana, donde verifican la situación”.
Por su parte un funcionario de Aduana, que prefirió no identificarse señaló: “Entendemos que no tienen esa facultad, ya que la ley es clara cuando habla de su función de policía y seguridad en los pasos fronterizos, y de prevención y represión del contrabando cuando no hay autoridades administrativas en funciones, salvo que les deleguen tras un acuerdo esas facultades. Pero más allá de estos datos, lo cierto es que no sólo para los viajeros la situación genera complicaciones. Administrativamente no hacen más que agravar las demoras en las tramitaciones”,
Esta fuente explicó: “Los oficiales generan actas que después tenemos que archivar porque no corresponden”, y dio un ejemplo: “Nos llegaron casos de personas que en la Aduana declararon la compra de un televisor cuyo monto se cubría con la franquicia de U$S150 por persona, por lo que no les correspondía ningún tributo. En Punta de Vacas, al no tener ninguna prueba (como no pagaron impuestos no se les dio comprobante), los gendarmes les secuestraron el producto. La consecuencia fue que perdimos tiempo aclarándoles la situación, además de recibir las quejas de los perjudicados”.
El funcionario contó que varias veces las autoridades locales intentaron interceder ante la superposición de funciones, aunque cuando UNO consultó al Ministerio de Gobierno, allí explicaron que no tienen ingerencia sobre lo actuado por Gendarmería Nacional.
“¿Cuántos son y qué cositas compraron?”
Después de una determinación de la Dirección General de Aduanas (DGA), el Complejo de Horcones actualizó mediante un instructivo un decreto nacional de 1982 (el 1.001), restringiendo el ingreso de algunas mercaderías adquiridas en el exterior (como las de línea blanca o electrodomésticos, muebles y repuestos para vehículos, entre otros productos).
Si bien esta medida es de público conocimiento, como su sustento legal, varios mendocinos la desconocían dada su reciente aplicación. Este fue uno de los problemas que acusaron quienes pasaron la frontera estas últimas semanas. Pero el mayor inconveniente, quizás más grave porque no hubo una notificación pública en este sentido, fue el segundo control ejercido por los gendarmes.
Amén de que las autoridades definan qué facultades determinan para unos y otros, y si existen responsabilidades por los trastornos ocasionados, lo cierto es que el maltrato y el atropello tiñeron las crónicas de quienes contaron sus experiencias.
Aprovechando un viaje familiar que había hecho a Chile, una abogada mendocina adquirió un televisor LCD porque pese a la diferencia cambiaria, el recargo aplicado a las tarjetas de crédito y el impuesto aduanero, aún así le convenía la compra.
Al regresar a Mendoza y luego de la espera normal de cualquier época del año, pasó como corresponde por Horcones, donde declaró el bien y pagó el tributo que por ley está establecido cuando las compras superan los U$S150 por persona, si el viaje se realiza por vía terrestre.
Con el comprobante del pago del impuesto sellado por el personal aduanero, siguió su trayecto a destino. Pero al llegar a Punta de Vacas la sorprendió una nueva fila de vehículos por un control que no había percibido en otras oportunidades. Al tocarle el turno, un gendarme encaró la conversación indagándola: “¿Cuántos son en el vehículo y qué cositas compraron en Chile?” (con estas textuales palabras, siguiendo el testimonio).
La mujer, escudada en el conocimiento de las leyes, le respondió al gendarme que no tenía por qué decirle qué llevaba y ante el requerimiento de documentación (de las facturas de los bienes adquiridos y de los impuestos pagados) por parte del uniformado, la abogada volvió a negarse argumentándole que “ellos no son la AFIP y que para eso había pasado el control de la Aduana”.
La situación se tensó y dado que esta mendocina no escatimó en reparos para con el gendarme, logró seguir el viaje, no sin antes despacharse con algunos cuestionamientos desde la ventana de su auto ya en marcha. Después supo, al llegar a Uspallata, que varios viajeros compartían su enojo, al haber sido objeto de la misma situación.
Otra mujer –las identidades de este testimonio y del anterior se preservan por su expreso pedido–, manifestó: “Cuando llegamos al puesto de Gendarmería vimos un auto al costado del camino, con cajas y equipajes abiertos, sobre la calzada. Los gendarmes estaban metidos de cabeza dentro del vehículo controlando hasta los bolsos. Con linternas iluminaban debajo del auto y miraban hasta las ruedas. Había perros de la unidad antidrogas circulando. Pensamos que era un caso excepcional, por alguna investigación de narcotráfico, pero cuando nos tocó a nosotros, nos preguntaron de dónde veníamos, cuántos días habíamos estado, para qué habíamos viajado y qué compramos. Repitieron la mecánica y luego nos dejaron seguir. Nos quedamos callados, con una mezcla de miedo y enojo”.
Fuente: Uno
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