Bogotá, Colombia, 29 de septiembre del 2012.- Aunque Colombia no lo produce, ventas al mundo se
han incrementado en 114 por ciento en siete años.
Aunque el aumento de las
exportaciones siempre será un motivo de alegría para un país, un renglón -el
del cobre- podría no solo ser la excepción en Colombia, sino además un foco de
dinero ilícito, según las autoridades.
Aunque nuestro país no
produce ni un gramo de cobre, las ventas de ese metal no ferroso al mundo han
crecido vertiginosamente.
El aumento es de 114 por
ciento en solo 7 años, según una primera aproximación a la cadena de comercio
de esa materia prima -denominada chatarra de cobre- que hizo la Alta Consejería
para la Convivencia y Seguridad Ciudadana. Existe, según el informe, una
correlación positiva entre el precio externo y la exportación. China es al que
más le vendemos, seguido de Corea del Sur y Grecia.
Pero, ¿qué hay detrás del
fenómeno? Las respuestas pueden ser muchas y venir de muchas partes. En
principio, según el general Rodolfo Palomino, director de seguridad ciudadana
de la Policía Nacional, ante la demanda mundial del metal se han generado
estructuras criminales que se dedican a robar el cobre de la infraestructura
pública.
"En este año van 28
personas electrocutadas mientras trataban de robar cobre", reporta el
general.
"Las bandas
organizadas se valen de atuendos y vestimentas propias de las empresas
prestadoras de servicios públicos para poder cometer sus actividades
ilegales", agrega el uniformado.
La Asociación Nacional de
Empresas de Servicios Públicos y Comunicaciones (Andesco), por su parte,
sostiene que ese sector pierde 47.000 millones de pesos al año por afectación
en hurto de infraestructura. "De cable de cobre se pierden 35.000 millones
de pesos, algo así como el cable telefónico necesario para unir a Bogotá con
Barranquilla al menos unas 25 veces. El problema no es la plata. El problema es
que estamos hablando de 1,5 millones de usuarios afectados al año (podría ser
cuatro veces esa cifra si contamos a cada miembro de una familia)", dice
Alberto Solano, de Andesco.
Esa entidad ya ha
capacitado al menos a mil personas en prevención de robo a infraestructura de
servicios públicos, entre jueces, policías y fiscales.
Solano agrega que hace
cinco años las cifras de afectados no superaban los 300.000. "Hoy
sobrepasan el millón y medio", dice.
Con respecto al 2009
-asevera el documento de la Consejería-, el número de eventos de hurto de cobre
ha aumentado en un 70 por ciento.
A eso se suma que el
nivel de afectación que produce el delito es alarmante. Para obtener un kilo de
cobre es necesario hurtar cerca de un kilómetro de cable telefónico, que un
indigente, por ejemplo, puede vender a 8.000 pesos el kilo. Los intermediarios,
según la Policía, pueden revender ese mismo kilo en el mercado negro en unos
22.000 pesos al por mayor.
El problema, coinciden
tanto miembros de las empresas de servicios públicos como exportadores y
gremios, radica en la trazabilidad del producto. Después de que el cobre cae en
manos criminales, de que le quitan el caucho protector, no es posible saber su
procedencia y puede ser vendido y comercializado legalmente.
No obstante, y siendo
fiel a la aproximación de la Alta Consejería, el robo es apenas una pequeña
parte de la oferta del cobre en el país.
La otra la hace la
industria del reciclaje, de la chatarrización e incluso las mismas empresas de
servicios públicos, que venden los sobrantes de su actividad a la industria
nacional.
Dian
Hasta para 'lavar' dinero
Materiales como textiles,
cueros, pero sobre todo chatarra de cobre fueron usados por la red que
protagonizó el fraude reciente de más de 3 billones de pesos en la
Administración de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian) a través de la
obtención de devoluciones del IVA con facturas y exportaciones ficticias para
lavar dinero. En conversación con EL TIEMPO, el director de esa entidad, Juan
Ricardo Ortega, aseguró que el fenómeno es mucho más grande y que pronto podría
haber nuevas capturas.
Fuente: El Tiempo