Por Alcadio Oña
aona@clarin.com
La Argentina es un
mercado fuerte para las exportaciones industriales brasileñas: “Nuestro mayor
cliente en manufacturas”, dicen empresarios poderosos de San Pablo.
¿Lo es, o lo era hasta
2011?
Según la Secretaría de
Comercio Exterior de Brasil, en los nueve primeros meses de 2012 las compras
argentinas al socio del Mercosur cayeron 20% respecto del mismo período del año
pasado. Y entre 11 y 27%, las de bienes manufacturados: sufrieron el sacudón
desde autos, tractores, químicos y plásticos hasta neumáticos y textiles.
Ese cuadro refleja, en
parte, el estancamiento de la economía nacional. Y mucho, más que cualquier
otro país, el impacto de las restricciones a las importaciones administradas
por Guillermo Moreno.
Los industriales
brasileños han tomado nota de ciertas diferencias que asimilan a un trato
desigual. Por ejemplo, que las compras a la Unión Europea y a Estados Unidos
han aumentado y que las realizadas a China bajaron alrededor del 6%, menos de
la mitad que las concretadas con su país.
“No te putean, pero
empieza a advertirse que para ellos la Argentina va perdiendo relevancia
comercial ”, dice un analista local acostumbrado a tratar con directivos de
ambos lados de la frontera.
Quizás sea excesivo
asociar un hecho con el otro, lo cierto es que está en duda la participación de
la presidenta Dilma Rousseff en la Conferencia Industrial Argentina, que la UIA
organiza para fines de noviembre en Buenos Aires: empresarios paulistas ya la
descartan, aunque acá mantienen las esperanzas. La frutilla del postre sería un
encuentro entre Dilma y Cristina Kirchner, políticamente potente, con fotos
incluidas.
En cambio, parecen
seguras las visitas del canciller Antonio Patriota y del ministro de
Desarrollo, Fernando Pimentel. El acontecimiento tendrá el sello de “un fuerte
enfoque regional” y representa otro intento por estimular asociaciones e
inversiones, sobre todo en la Argentina.
La conferencia conservará
esos objetivos, aunque no vale igual con Dilma que sin Dilma. Otra explicación
del eventual faltazo es que la presidenta de Brasil prefiera evitar que su
figura quede pegada a la campaña electoral del cristinismo .
“Nadie piensa allí en
quebrar el Mercosur, porque, al fin, el vínculo con la Argentina y con el
bloque mismo todavía resulta funcional a la política exterior de Itamaraty”,
afirma otro especialista.
Aún así, en Brasil
comienzan a instalar en el escenario algunas vías alternativas dentro del
paraguas del mercado común. Como avanzar en acuerdos comerciales bilaterales
con Chile, Perú, Colombia, Estados Unidos y la Unión Europea. Algo semejante a
lo que en su medida impulsan Uruguay y Paraguay, los restantes socios del
bloque junto a Venezuela.
Significan un intento por
flexibilizar las reglas del Mercosur y, claramente, la búsqueda de espacios
alternativos: para el caso, alternativos al mercado argentino . Es evidente que
no confían en las reglas de juego de Moreno, aunque en el mundo de las
contrapartidas Brasil también impone sus propias limitaciones al ingreso de
productos que van desde aquí.
La interminable
seguidilla de medidas de la AFIP y del Banco Central deja al descubierto que si
hay algo más, será más cepo a la compra de divisas. La expectativa es que en
2013, con una situación cambiaria mucho menos comprometida, el Gobierno
flexibilice las trabas a ciertas importaciones.
De todos modos, los
empresarios no se hacen grandes ilusiones. Creen que si se admiten concesiones
estarán acotadas a bienes esenciales para el proceso productivo . Pocas o
ninguna, a productos de consumo final.
El propio viceministro
Axel Kicillof, convertido en estratega de la política económica, acaba de
afirmar en el Senado: “El proceso de sustitución de importaciones requiere
importaciones de insumos y maquinarias y el riesgo es que se terminen los
dólares para hacerlo”.
Claro que para que la
sustitución sea plena, los insumos y las maquinarias que llegan desde afuera
debieran ser fabricados aquí . Y ese es un cantar muy diferente, así no sea
necesario ni posible que el país se autoabastezca de todo.
En línea con el argumento
de Kicillof, tal vez llegue la hora en que Moreno retoque su regla del uno a
uno, o sea, que por cada dólar que salga debe entrar otro: exportar cítricos,
galletitas u otras cosas si se pretende traer equipos, piezas o accesorios.
“En cualquier momento,
para poder viajar a España van a pedirnos que nos consigamos un español que
venga a la Argentina ”, suele ironizar un ex ministro de Economía de la era
kirchnerista.
Un problema adicional es
que, tal cual marcha el proceso inflacionario, muy probablemente en 2013 siga
acumulándose retraso en el tipo de cambio oficial. Lo cual puede favorecer el
consumo interno, aunque también equivale a mayor pérdida de competitividad de
las exportaciones industriales.
No es casual que ante un
horizonte así, los empresarios adopten posiciones defensivas, de corto plazo, y
midan cada peso que ponen en inversiones.
Señales claras,
certidumbre y aciertos en la gestión son insumos clave en las decisiones de
hundir capital en fierros. Las inversiones implican agregar tecnología e
innovación al proceso productivo y garantizan trabajo futuro, pero el punto es
que este año vienen en picada.
Fuente: El Clarín