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miércoles, 24 de octubre de 2012

Brasil empieza a desmarcarse de la Argentina



Por Alcadio Oña
    aona@clarin.com
La Argentina es un mercado fuerte para las exportaciones industriales brasileñas: “Nuestro mayor cliente en manufacturas”, dicen empresarios poderosos de San Pablo.
¿Lo es, o lo era hasta 2011?
Según la Secretaría de Comercio Exterior de Brasil, en los nueve primeros meses de 2012 las compras argentinas al socio del Mercosur cayeron 20% respecto del mismo período del año pasado. Y entre 11 y 27%, las de bienes manufacturados: sufrieron el sacudón desde autos, tractores, químicos y plásticos hasta neumáticos y textiles.

Ese cuadro refleja, en parte, el estancamiento de la economía nacional. Y mucho, más que cualquier otro país, el impacto de las restricciones a las importaciones administradas por Guillermo Moreno.
Los industriales brasileños han tomado nota de ciertas diferencias que asimilan a un trato desigual. Por ejemplo, que las compras a la Unión Europea y a Estados Unidos han aumentado y que las realizadas a China bajaron alrededor del 6%, menos de la mitad que las concretadas con su país.
“No te putean, pero empieza a advertirse que para ellos la Argentina va perdiendo relevancia comercial ”, dice un analista local acostumbrado a tratar con directivos de ambos lados de la frontera.
Quizás sea excesivo asociar un hecho con el otro, lo cierto es que está en duda la participación de la presidenta Dilma Rousseff en la Conferencia Industrial Argentina, que la UIA organiza para fines de noviembre en Buenos Aires: empresarios paulistas ya la descartan, aunque acá mantienen las esperanzas. La frutilla del postre sería un encuentro entre Dilma y Cristina Kirchner, políticamente potente, con fotos incluidas.
En cambio, parecen seguras las visitas del canciller Antonio Patriota y del ministro de Desarrollo, Fernando Pimentel. El acontecimiento tendrá el sello de “un fuerte enfoque regional” y representa otro intento por estimular asociaciones e inversiones, sobre todo en la Argentina.
La conferencia conservará esos objetivos, aunque no vale igual con Dilma que sin Dilma. Otra explicación del eventual faltazo es que la presidenta de Brasil prefiera evitar que su figura quede pegada a la campaña electoral del cristinismo .
“Nadie piensa allí en quebrar el Mercosur, porque, al fin, el vínculo con la Argentina y con el bloque mismo todavía resulta funcional a la política exterior de Itamaraty”, afirma otro especialista.
Aún así, en Brasil comienzan a instalar en el escenario algunas vías alternativas dentro del paraguas del mercado común. Como avanzar en acuerdos comerciales bilaterales con Chile, Perú, Colombia, Estados Unidos y la Unión Europea. Algo semejante a lo que en su medida impulsan Uruguay y Paraguay, los restantes socios del bloque junto a Venezuela.
Significan un intento por flexibilizar las reglas del Mercosur y, claramente, la búsqueda de espacios alternativos: para el caso, alternativos al mercado argentino . Es evidente que no confían en las reglas de juego de Moreno, aunque en el mundo de las contrapartidas Brasil también impone sus propias limitaciones al ingreso de productos que van desde aquí.
La interminable seguidilla de medidas de la AFIP y del Banco Central deja al descubierto que si hay algo más, será más cepo a la compra de divisas. La expectativa es que en 2013, con una situación cambiaria mucho menos comprometida, el Gobierno flexibilice las trabas a ciertas importaciones.
De todos modos, los empresarios no se hacen grandes ilusiones. Creen que si se admiten concesiones estarán acotadas a bienes esenciales para el proceso productivo . Pocas o ninguna, a productos de consumo final.
El propio viceministro Axel Kicillof, convertido en estratega de la política económica, acaba de afirmar en el Senado: “El proceso de sustitución de importaciones requiere importaciones de insumos y maquinarias y el riesgo es que se terminen los dólares para hacerlo”.
Claro que para que la sustitución sea plena, los insumos y las maquinarias que llegan desde afuera debieran ser fabricados aquí . Y ese es un cantar muy diferente, así no sea necesario ni posible que el país se autoabastezca de todo.
En línea con el argumento de Kicillof, tal vez llegue la hora en que Moreno retoque su regla del uno a uno, o sea, que por cada dólar que salga debe entrar otro: exportar cítricos, galletitas u otras cosas si se pretende traer equipos, piezas o accesorios.
“En cualquier momento, para poder viajar a España van a pedirnos que nos consigamos un español que venga a la Argentina ”, suele ironizar un ex ministro de Economía de la era kirchnerista.
Un problema adicional es que, tal cual marcha el proceso inflacionario, muy probablemente en 2013 siga acumulándose retraso en el tipo de cambio oficial. Lo cual puede favorecer el consumo interno, aunque también equivale a mayor pérdida de competitividad de las exportaciones industriales.
No es casual que ante un horizonte así, los empresarios adopten posiciones defensivas, de corto plazo, y midan cada peso que ponen en inversiones.
Señales claras, certidumbre y aciertos en la gestión son insumos clave en las decisiones de hundir capital en fierros. Las inversiones implican agregar tecnología e innovación al proceso productivo y garantizan trabajo futuro, pero el punto es que este año vienen en picada.
Fuente: El Clarín
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