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lunes, 24 de septiembre de 2012

Jens Martens, director ejecutivo de la organización no gubernamental Global Policy Forum (GPF).



Competitividad versus derechos humanos
La creciente demanda de metales en el mundo suele satisfacerse a costa de los más pobres; éstos le sacan muy poco provecho a las valiosas materias primas que sus tierras ofrecen. A eso se suman severos daños ambientales, denuncia el director ejecutivo de GPF, Jens Martens.
En el estudio se describen casos registrados en India, Zambia, Perú y otros países no industrializados. ¿Qué cantidad del cobre explotado en Filipinas contienen los coches germanos, a sabiendas de que su extracción amenaza la salud, los suelos y las aguas de su población? Es difícil decirlo. Ni BMW, ni Daimler, ni Volkswagen respondieron a los investigadores.
La información sobre el origen de los metales empleados por estas compañías es un “secreto empresarial”. Ninguna de las firmas envió representantes a la audiencia pública dedicada a este tema en Berlín. Ninguna de ellas parece esforzarse demasiado en confirmar que sus estándares de responsabilidad social y desarrollo sostenible se cumplan. De ahí que Martens exija a la clase política alemana mayor responsabilidad de cara a un tópico que el sector económico está ignorando.
Está por verse qué respuesta recibe. Después de todo, el Estado alemán y los empresarios han establecido prioridades similares para garantizar su provisión de materias primas: los riesgos de desabastecimiento local tienen mayor peso que los derechos humanos en el extranjero. Thomas Gäckle, encargado de la política de materias primas del Ministerio de Economía, relativiza esta afirmación, enfatizando que Alemania está en búsqueda de “compromisos razonables, practicables”. En otras palabras, pactos que no pongan en riesgo la competitividad de sus industrias.
Fuente: DW
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