Competitividad versus derechos humanos
La creciente demanda de
metales en el mundo suele satisfacerse a costa de los más pobres; éstos le
sacan muy poco provecho a las valiosas materias primas que sus tierras ofrecen.
A eso se suman severos daños ambientales, denuncia el director ejecutivo de GPF,
Jens Martens.
En el estudio se describen casos registrados en India, Zambia,
Perú y otros países no industrializados. ¿Qué cantidad del cobre explotado en
Filipinas contienen los coches germanos, a sabiendas de que su extracción
amenaza la salud, los suelos y las aguas de su población? Es difícil decirlo.
Ni BMW, ni Daimler, ni Volkswagen respondieron a los investigadores.
La información sobre el
origen de los metales empleados por estas compañías es un “secreto
empresarial”. Ninguna de las firmas envió representantes a la audiencia pública
dedicada a este tema en Berlín. Ninguna de ellas parece esforzarse demasiado en
confirmar que sus estándares de responsabilidad social y desarrollo sostenible
se cumplan. De ahí que Martens exija a la clase política alemana mayor
responsabilidad de cara a un tópico que el sector económico está ignorando.
Está por verse qué
respuesta recibe. Después de todo, el Estado alemán y los empresarios han
establecido prioridades similares para garantizar su provisión de materias
primas: los riesgos de desabastecimiento local tienen mayor peso que los
derechos humanos en el extranjero. Thomas Gäckle, encargado de la política de
materias primas del Ministerio de Economía, relativiza esta afirmación,
enfatizando que Alemania está en búsqueda de “compromisos razonables,
practicables”. En otras palabras, pactos que no pongan en riesgo la
competitividad de sus industrias.
Fuente: DW