Un estudio reveló que el reciclaje de basura electrónica para su
reutilización generó unos $ 1.420 millones en el mundo durante el 2011.
Guayaquil, Ecuador, 21 de octubre del 2012.- Ocupando espacio en bodegas de empresas y
fábricas o almacenados en armarios y zaguanes de casas particulares, en el
mejor de los casos. O cambiando de dueños hasta terminar en los botaderos de
basura y rellenos sanitarios del país, en el peor escenario.
Los aparatos electrónicos
obsoletos y en desuso pueden convertirse en fuentes de contaminación por la
descomposición de los metales que se utilizan para su fabricación. Ello, en
caso de que terminen en los botaderos a cielo abierto que no cuentan con un
tratamiento adecuado, según Fernanda Solís, miembro de Acción Ecológica que
realizó en el 2011 un estudio sobre la disposición final de los desechos del
país.
“El 85% de los residuos
se disponen en condiciones inadecuadas como botaderos a cielo abierto y
clandestinos o ríos. La basura cibernética se dispone junto a los desechos
orgánicos, salvo iniciativas aisladas de algunos municipios. Entonces
encontramos pilas, baterías, teléfonos celulares que al descomponerse causan
contaminación en el suelo y los mantos de agua”, dice la experta.
A ello se suma que en el
país no hay un sistema de recolección diferenciada de basura.
Solís agrega que, según
estudios internacionales, el porcentaje de basura orgánica aún supera a la
inorgánica en América Latina. La primera representa entre un 60 y 70% del total
de desechos que se generan en los países de la región, afirma Solís, pero acota
que los desechos tecnológicos van en aumento.
En el país no hay datos
oficiales sobre la cantidad de desechos tecnológicos que se generan. Tampoco
existe un reglamento específico para el tratamiento de los residuos de aparatos
eléctricos y electrónicos.
Este tipo de desechos
recién se los incluyó en el artículo 178 del Texto Unificado de Legislación
Ambiental Secundaria (Tulas) con las siglas RAEE en agosto del 2011, cuando se
añadió: “Los RAEE, según la Autoridad Nacional del Ambiente, necesitan una
gestión de fin de vida especial. Una regulación específica se establecerá”,
dispone la norma.
El Ministerio del
Ambiente aún prepara el reglamento, según una fuente de la entidad.
En tanto, en el país se
ejecutan iniciativas de reciclaje para la disposición adecuada de los desechos
tecnológicos. La empresa Intercia (S.A.), que cuenta con una licencia emitida
por el Ministerio del Ambiente, prepara dos contenedores con más de 40 toneladas
de residuos electrónicos que se enviarán a la empresa GEEP, en Canadá, donde
tras un proceso se separan los metales para que sean reutilizados en la
creación de nuevos productos.
Intercia instaló una
planta de desechos tecnológicos hace un mes en el kilómetro 4,5 de la vía
Durán-Tambo, en Guayas. Su gerente, Xavier Icaza, indica que esta iniciativa
partió de un estudio en el que se identificó que en el país hay 28 mil
toneladas de desechos tecnológicos que están por ser recolectadas. “Este tipo de
desechos está almacenado en bodegas de las empresas e instituciones públicas y
privadas”, dice Ycaza.
Este reciclaje incluye el
desensamblaje primario de los aparatos recolectados. Desde pantallas,
impresoras matriciales, teléfonos celulares, cajeros automáticos de la década
del noventa, fotocopiadoras, sistemas de comunicación, faxes...
“De un monitor separamos
el plástico de la pantalla de vidrio, sacamos otros componentes y eso lo vamos
separando y juntando para enviarlo a Canadá”, explica Icaza, quien agrega que
uno de los factores que han frenado que estos desechos se acumulen en los
botadores de basura es la conciencia del reúso.
“Las computadoras que ya
no usamos se las damos al hermano, al hijo”, dice Ycaza. Además, el traslado de
este tipo de desechos se realiza según “el Convenio de Basilea sobre el control
de los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos y su eliminación”,
vigente desde 1992.
Durante el primer mes de
actividades, Intercia ha recolectado unas cincuenta toneladas de residuos
tecnológicos. Empresas privadas e instituciones como la Sociedad de Lucha
Contra el Cáncer (Solca) han sido las proveedoras. “Nos traen a la planta o
nosotros vamos en camiones y les pagamos a cambio de los residuos tecnológicos.
De esa manera evitamos la contaminación ya que este tipo de equipos
electrónicos contienen contaminantes como plomo, cadmio, berilio”, dice Ycaza.
La Corporación Nacional
de Telecomunicaciones (CNT) también ejecuta una campaña de reciclaje de objetos
electrónicos obsoletos, en Quito y Guayaquil.
En un reportaje de la BBC
publicado a inicios de este mes se indica que el problema de la disposición
final de desechos tecnológicos es más grave en países como Argentina.
En este país se tiran a
la basura unos 28 kilos (kg) de oro, 1.750 kg de plata y 81.000 kg de cobre,
según cálculos realizados por la organización ecológica Greenpeace. Esto solo
por el no reciclaje de unos diez millones de celulares que los argentinos
desechan a la basura cada año.
El reporte de Greenpeace
es un llamado de atención de la organización que intenta promover lo que se
conoce como minería urbana, una actividad muy poco extendida en América Latina,
pero que en Europa y países como Japón o Corea del Sur se están convirtiendo en
importantes generadores de empleo y de riqueza, comparable en algunos casos al
de la minería tradicional.
La minería urbana
significa reciclar los materiales de valor presentes en los residuos
electrónicos, que van del oro, la plata y el cobre, al platino, el aluminio, el
acero o el plástico.
El oro, por ejemplo, se
utiliza en diversos componentes de las computadoras y celulares, debido a sus
propiedades conductoras y a que es un material muy estable. Un estudio reciente
sobre este tipo de residuos, llevado a cabo por la Universidad Naciones Unidas
de Japón, estimó que en el mundo se invierten cada año $ 16.000 millones en oro
y $ 5.000 millones en plata para la fabricación de artículos de alta
tecnología.
Sin embargo, poco más del
15% de estos metales se recupera. El informe de Greenpeace indica que en
América Latina el reciclaje de residuos electrónicos es todavía una actividad
emergente en comparación a lo que ocurre en Estados Unidos o la Unión Europea.
Fuente: El Universo