La acusación
particular cree que deberían ser juzgados los dirigentes que gestionaron el
naufragio, que a su juicio se ampararon en el exdirector general de Marina
Mercante: "López-Sors se erigió como muro de contención y asumió las
responsabilidades"
Madrid, España,
16 de octubre del 2012.- La negra sombra de
chapapote que alfombró la costa gallega en noviembre de 2002 ha alcanzado, una
década después, el banquillo de los acusados. En él se sentarán José Luis
López-Sors, exdirector general de la Marina Mercante; Apostolos Mangouras, el
capitán del Prestige, una bañera desvencijada cargada de petróleo que dio
tumbos durante seis días por el Atlántico hasta partirse en dos; y Nikolaos
Argyropoulos, el jefe de máquinas. También imputado, pero en paradero
desconocido, el primer oficial, Ireneo Maloto. Los presuntos culpables podrían
ser condenados a penas de entre cuatro y doce años de prisión por la marea
negra provocada por el hundimiento del barco, cuyo juicio comienza hoy en A
Coruña.
Frente a ellos, la plataforma Nunca Máis,
personada en la causa como acusación particular. Xurxo Souto, exlíder de la
banda Os Diplomáticos de Monte-Alto y subdirector de programas de la Radio
Galega hasta la llegada de Feijóo a la Xunta, ha ejercido desde entonces como
portavoz ciudadano de un colectivo que sigue luchando para que no vuelva a
repetirse un desastre como el que, infelizmente, puso a Galicia en el mapa de las
grandes catástrofes medioambientales.
Diez años después del hundimiento, los
ecologistas advierten de que hoy mismo podría producirse un siniestro similar.
¿Cómo es posible?
Gracias a la presión popular, se produjeron
logros importantes, pero podría haber otro desastre porque no existe un
seguimiento real vía satelite de lo que ocurre en el corredor de Fisterra. Los
barcos siguen con sus sentinazos, por ejemplo, vertiendo al mar aceites y
desechos. Además, las decisiones sobre seguridad marítima siguen tomándose en
Madrid, lo cual es un sinsentido absoluto. Los gallegos tenemos que ser
responsables de lo que sucede en esta costa, frente a la que cada día circulan
unos 30 o 40 naves con mercancías peligrosas. Es una cuestión de estadística:
la amenaza sigue ahí.
¿Cree que la devastación fue agravada por
los políticos que gestionaron la crisis?
"La gestión del Prestige fue un
ejercicio de incompentencia y de prepotencia"
Que se celebre un juicio diez años despues
es, de entrada, un fracaso, pero nos da una perspectiva histórica clara. Ahora
que la confusión y la demencia han pasado, nos damos cuenta de que el barco,
con graves problemas estructurales, no podía navegar. Las decisiones políticas
le obligaron a enfrentarse al océano, provocando el hundimiento y la
consecuente marea negra más negra de todas las mareas. Las decisiones políticas
desacertadas deberían ser juzgadas.
¿Qué han hecho las administraciones para
tratar de evitar un caso similar?
A nivel europeo, la erradicación progresiva
de los buques monocasco. En lo que respecta a Galicia, tenemos más barcos
anticontaminación. Pero estos avances se han producido gracias a la
movilización popular. ¿Qué queda de Nunca Máis una década después? Todo. Si hoy
hubiese un accidente, ningun responsable político estaría de caza ni tardaría
meses –como Aznar– en acercarse a la costa gallega, un lugar de la periferia
europea desde el que se lanzó un mensaje al continente: la dignidad de las
personas empieza por la propia naturaleza.
"Una maraña legal permite la
navegación de bombas flotantes"
¿Cuál es el estado de salud de las personas
que limpiaron la zona?
Es lo que queremos saber y así se lo
demandamos a la Administración, porque no se ha realizado un seguimiento
puntual de los afectados.
¿Y el ecosistema? ¿Existen zonas que
todavía no se han recuperado?
También reclamamos que se nos explique cómo
han evolucionado. Algunos bancos marisqueros de Fisterra no se han regenerado,
pero carecemos un estudio coherente de las autoridades, que seguimos exigiendo.
Las banderas de conveniencia son un tupido
velo que impide ver y juzgar a los verdaderos responsables de la catástrofe,
¿no cree?
Ahí se refleja la expresión más burda del
capitalismo económico en el sector primario, capaz de todo por el negocio.
Varias empresas de cuatro o cinco países han creado una maraña legal que ha
permitido la navegación de bombas flotantes como el Prestige.
¿Qué gobernantes deberían sentarse en el
banquillo: Aznar, Cascos, Rajoy...?
"La amenaza de otro desastre sigue
ahí: es una cuestión de estadística"
Todos, porque fueron responsables de lo
ocurrido. Lo que pasa es que se ampararon en el ex director general de Marina
Mercante José Luis López-Sors, que se erigió como muro de contención y asumió
las responsabilidades. Aunque por desgracia no van a ser encausados,
políticamente ya fueron condenados.
Paradójicamente, no les ha ido mal al
entonces ministro del Interior, Mariano Rajoy, y al delegado del Gobierno,
Arsenio Fernández de Mesa, hoy al frente de la Guardia Civil.
Claro... Y a muchos gallegos nos produce
estupor que la persona que se ganó a pulso el apodo de El Señor de los Hilillos
imponga ahora un discurso basado en la seriedad, el rigor y la confianza.
Aunque la memoria sea frágil, hace diez años Rajoy se caracterizó por todo lo
contrario.
¿Serán enjuiciados algún día el armador y
la agencia que certificó el buen estado del buque?
"Es un sinsentido absoluto que las
decisiones sobre seguridad marítima sigan tomándose en Madrid y no en
Galicia"
Creo que no, pero recordemos que uno de los
responsables fue el propio Gobierno español, que se empeñó en llevar a Estados
Unidos la demanda contra ABS, clasificadora del petrolero. Una década sin
juzgar el Prestige es sinónimo del fracaso de la Justicia, pero también un
motivo de celebración. Descubrimos que, ante el dolor de todo un océano, el
único antídoto fue la ciudadanía, que recogió con sus manos esa unidad infinita
de chapapote y se manifestó en Santiago, Madrid y Bruselas. El Prestige puso de
manifiesto el poder de las personas para transformar su presente en tiempos de
miedo y crisis.
Nunca Máis sacó a los gallegos a la calle y
ahora renace para afrontar el juicio. ¿Es un movimiento transversal? ¿Hay
miembros de todas las formaciones políticas? ¿No cree que se percibe como una
plataforma muy politizada, escorada a la izquierda nacionalista?
Era una plataforma radicalmente política,
en el sentido de que toda manifestación ciudadana es política. Nunca Máis abrió
las puertas a todo el mundo: había mas de 300 agrupaciones de diverso signo,
desde asociaciones de amas de casa a cofradías de pescadores.
El BNG nos apoyó de una forma decidida y el
PSdeG lo hizo al principio con mucha decisión y después de una forma más tibia.
Desde luego, el Partido Popular no nos respaldó, pero cualquier militante
conservador ha sido y será bienvenido siempre que reclame que no se produzcan
tragedias como la que tuvo lugar en 2002 y que exija responsabilidades a los
políticos.
¿Cómo se comportaron los vecinos de las
costas afectadas? Frente a la heroicidad de algunos, se criticó la pasividad de
otros, el ojalá que hubiese otro Prestige...
Eso habría que preguntárselo a los que
dijeron eso. Yo conocí otra reacción, como la del pueblo de Aguiño: crearon una
flota improvisada y literalmente detuvieron la entrada del chapapote en la ría
con calderos y ollas. Si hay personas que se aprovechan de la acción colectiva
y les va bien, me alegro por ellas. Yo, sin embargo, abogo por la gente que
quiere ser protagonista de su tiempo. Con Nunca Máis, lo bonito fue que la
sociedad no se mantuvo pasiva frente a una situación provocada desde arriba,
por culpa de decisiones políticas. Recuerdo cuando, en la manifestación
multitudinaria que hubo en Madrid, se me acercaron unas mujeres en la Puerta
del Sol y me comentaron: "Esto es como las manifestaciones contra la
guerra, pero con otra alegría".
"Ante el dolor de todo un océano, el
único antídoto fue la ciudadanía"
O la de Bruselas, adonde sólo pudimos ir
doce personas desde Galicia porque resultaba muy caro, en la que participaron
ciudadanos llegados de toda Europa, de Ancona a Escocia. Me quedo con la
victoria colectiva y con haber lanzado a todo el continente, desde la
hiperperiferia, un mensaje a favor del medio ambiente.
Si usted fuera el capitán del barco,
¿hubiese buscado refugio en un puerto para tratar de minimizar los daños?
Yo haría lo que dijo en el Parlamento
Europeo Felipe Louzán, profesor de la Escuela de Náutica de A Coruña y perito
de la comisión del Prestige: habría que haber llevado el barco a aguas
tranquilas en el seno de la ría de Corcubión. Un europarlamentario del PP le
respondió que era una opinión partidista y luego le planteó qué pasaría si se
hundiese.
"La dignidad de las personas empieza
por la propia naturaleza"
Louzán añadió que, en la Guerra del Golfo,
una veintena de petroleros fueron atacados y ninguno se fue a pique porque
navegaban en aguas tranquilas. Si Cascos y el resto de los políticos escuchasen
a los técnicos, no se hubiese producido esa marea negra. La gestión del
Prestige fue un ejercicio de incompentencia y de prepotencia.
Fuente: Público es