Madrid, España, 28 de octubre del 2012.- En la garita del peaje de Leganés, a la entrada de Madrid, los empleados
miran a la distancia, pero los coches llegan con cuentagotas: la crisis hace
que los españoles deserten de las autopistas, llevando a varias de ellas al
borde de la quiebra.
"Hemos solicitado el
concurso de acreedores, por cuanto ahora mismo no podemos hacer frente a los
vencimientos que tenemos de la deuda... ya estamos en manos del juez",
explica José Antonio López Casas, director general de Accesos de Madrid, que
gestiona las autopistas Radial 3 y Radial 5.
En el caso de estas dos
vías, puestas en marcha en 2004, la carga es pesada: 660 millones de euros de
deuda con los bancos, 340 millones con los constructores originarios del
proyecto y 400 millones que se deben pagar a los vecinos por las expropiaciones
para la construcción de esas autopistas.
Una situación que se
repite en los últimos meses en España, cuarta economía de la zona euro en plena
recesión.
La autopista
Madrid-Toledo fue la primera en solicitar un concurso de acreedores en mayo,
seguida en septiembre por las Radiales 3, 4 y 5, que sirven para entrar a la
capital y luego continuar hacia Cartagena-Vera y Ocaña-La Roda.
"No hay ninguna
sorpresa", comenta Paco Segura, especialista del sector transportes de la
ONG Ecologistas en Acción. "En España, del mismo modo que ha habido una
burbuja inmobiliaria, ha habido otra burbuja de infraestructuras, y una de las
que más se ha desarrollado ha sido la de las autovías", explica antes de
denunciar "una situación absolutamente aberrante". "Hemos estado
construyendo miles y miles de kilómetros de autovías en itinerarios que no
tenían la densidad de tráfico que lo justificase", afirma.
"Está fuera de duda
que se construyeron demasiadas infraestructuras en un momento determinado,
muchas de las cuales han resultado que posteriormente no tienen utilización: ha
pasado con carreteras, ha pasado con aeropuertos y antes o después se descubrirá
que esta pasando con el AVE", el tren de alta velocidad, admite López
Casas.
Esta política, muy activa
hasta el estallido de la burbuja en 2008, permitió a España alcanzar auténticos
récords: líder europea en kilómetros de autopistas y en número de aeropuertos
comerciales de vocación internacional; número dos mundial en kilómetros de vías
de alta velocidad, sólo por detrás de China.
Los concesionarios de
autopistas ponen cara larga, sufriendo por el frenesí constructor incluso antes
del inicio de la crisis, ya que el Estado, mientras daba curso a una serie de
vías de peaje, siguió construyendo una red paralela de carreteras gratuitas,
muy preferidas por los automovilistas.
La crisis agravó los
efectos perjudiciales: en el primer trimestre, el tráfico por las autopistas de
pago bajó un 8,2% interanual, alcanzando su nivel más bajo desde 1998, según el
ministerio de Fomento.
"Los cálculos más
solventes dicen que el tráfico en el entorno de Madrid ha caído en los últimos
cinco años en el orden de un 15-20%" y "en nuestro caso ha caído
mucho más", se lamenta el propietario de Accesos de Madrid.
"La coyuntura
económica nacional hace que el coste del peaje es un elemento que se mide mucho
más a la hora de tomar la decisión de si se va por una carretera de pago o no,
siempre que hay una alternativa gratuita", destaca Jacobo Díaz, director
general de la Asociación Española de Carreteras (AEC). Globalmente, "es
evidente que ha habido una sobrevaluación de la demanda estimada y el tráfico
real es la cuarta parte frente a lo previsto", añade.
Según Ecologistas en
Acción, la autopista Madrid-Toledo sólo ve pasar el 11% del tráfico
inicialmente previsto, mientras que en los accesos a la capital, "en casi
todas las que están quebrando, prácticamente ninguna llegaba al 40% del tráfico
estimado para el que se habían construído", asegura Paco Segura.
"Donde tendríamos
que tener 35.000 vehículos diarios, tenemos 10.000", confirma López Casas,
mostrándose poco optimista en cuanto a una ayuda del Gobierno, enzarzado en un
esfuerzo de austeridad sin precedentes. "Si no hay dinero para
prácticamente nada, tampoco debe haberlo para resolver los problemas de los
privados", como los concesionarios, concluye.
Fuente: AFP