En España se
reutiliza el 68% de los envases plásticos, con los que se elaboran productos
industriales, textiles o alimentarios
Gran Canarias,
España, 20 de octubre del 2012.- Convertir un
objeto en otro. Ese fue durante siglos el sueño de cualquier alquimista.
Actualmente ya es posible transformar una botella de plástico en una camisa, un
forro polar o un juguete. Es la transmutación del reciclaje, un proceso que
arranca con el simple gesto de echar los residuos en un contenedor y concluye
con el tratamiento de esa basura en plantas con importante tecnología hasta
elaborar productos industriales o alimenticios.
Verde, azul y amarillo. O lo que es lo
mismo: vidrio, papel o cartón y envases. La mayoría de los ciudadanos ya
conocen esa relación entre los colores de los contenedores y los residuos que
deben depositar en cada uno de ellos para reciclar. Lo que quizá no sepan es
que la moqueta que pisan, la bolsa con la que hacen la compra o la ropa que
visten esté compuesta con plásticos reciclados. Y esos solo son algunos de los
productos que pueden elaborarse a partir de las 1,2 toneladas de envases
reciclados en España el año pasado. Y es que reciclar no solo es un gesto de
altruismo para con el medio ambiente, la reducción de emisiones de CO2 o la
lucha contra el cambio climático. También se ha convertido en una industria con
miles de trabajadores capaz de ofrecer productos comunes en la vida diaria.
Es casi imposible salir a la calle de
cualquier ciudad y tras caminar unos metros no toparse con alguno de los
500.000 contenedores azules o amarillos repartidos por toda la geografía del
país. Incluso en los pueblos más pequeños. De hecho, la cobertura alcanza al
99% de la población. Con la infraestructura necesaria, solo falta la
concienciación. Y ahí, España también alcanza buenos números. El 84% de los
españoles aseguran separar todos los envases, lo que contrasta con el 25% que
lo hacía en 1998. Esta sensibilización permite que en España se reciclen el 68%
de los envases, lo que supone 13 puntos más de lo exigido por la UE.
«El camino recorrido ha sido espectacular.
Pasamos de reciclar un 5,5% en 1998 a casi el 70%», explica Antonio Barrón,
director de comunicación de Ecoembes, la empresa sin ánimo de lucro encargada
de la gestión, recuperación y reciclaje del contenedor amarillo y azul. Esta
organización está conformada por más de 12.000 empresas que representan el 90%
de los envases domésticos en el mercado.
Transformación
«La gente ignora que con 60 botellas de
agua se puede hacer un forro polar», asegura Barrón. Pero ¿cómo se produce esa
transformación? El proceso de reciclaje comienza con la llegada de los residuos
a una de las 94 plantas de selección como la de Salto Negro en Las Palmas de
Gran Canaria. A primera vista puede dar la sensación de acceder a un vertedero
con los montones de basura apilados por el recinto. Sin embargo, no hay malos
olores por la ausencia de materiales orgánicos. Lo que sí hay es mucho ruido
producido por la maquinaria de clasificación.
El objetivo principal es dividir los
envases según el material (aluminio, bricks o plásticos) y también el tamaño.
En esta planta trabajan 35 personas, que clasifican 3.000 kilos de residuos por
hora. La media de impropios, es decir, de productos mal depositados en el
contenedor, está alrededor de un 30%, sobre todo, juguetes. Aunque lo que más
quebraderos de cabeza da a Higinio Rodríguez, responsable de la planta, son las
cintas de VHS o casette, objetos que la gente cada vez tira más y pueden
ocasionar un importante imprevisto. «El rollo de cinta atasca las máquinas»,
afirma.
Uno de los protagonistas de la planta es el
tromer, una cilindro con aberturas por donde caen los envases en función de
tamaño. Esta máquina divide los deshechos en menos de 0,5 litros, de 0,5 a 5
litros y de más de 5 litros. Cada uno de ellos avanza por unas cintas
transportadoras donde un imán retira el aluminio y acero.
Pero para lograr la transmutación, la
acción se traslada a una planta de reciclaje. En Plascán recogen todo el
plástico de las islas. Como si de una fábrica de montaje se tratara, esos
envases se trituran y descomponen en grazma, pequeñas bolitas de plástico que
se transforman en bolsas de basura totalmente recicladas. Sin embargo la gran
especialidad es la creación de escamas que venden a terceras empresas para
elaborar poliéster, material con el que se fabrican las camisas o los forros
polares. También pueden elaborar productos alimentarios como envases de frutas
o yogures. Productos que una vez consumidos, pueden volver a la cadena, es
decir, al ciclo de reciclaje.
¿Qué se recicla?
Una de los objetivos de Ecoembes es mejorar
la calidad del reciclaje. Es decir, lograr que cada producto se deposite en el
contenedor adecuado. Y los mayores errores se producen en el contenedor
amarillo, donde los residuos van más allá de los plásticos. Estos son los
productos que deben reciclarse en ese recipiente: latas de bebidas (cerveza,
refrescos), latas de conservas (vegetales, cárnicas, de pescado, comida para
animales domésticos.), aerosoles (desodorante, laca, limpiadores de cocina).
También, briks de leche, nata, batidos o zumos, y envases de plástico para
alimentación como botellas de agua, envases de productos lácteos (yogures, flan
mantequilla) o bolsas de plástico para alimentos.
Fuente: Diario de Navarra